El arte de las paredes de Kiki Bistro fue curado por Joachim Didariel, socio del local y artista plástico francés. (Foto: Heroina Estudio)
El arte de las paredes de Kiki Bistro fue curado por Joachim Didariel, socio del local y artista plástico francés. (Foto: Heroina Estudio)

El bistro, un santuario de comida sabrosa a buen precio, se convirtió en la Lima de los noventa en sinónimo de caro y pretencioso. Prohibitivo para los paladares exigentes de billeteras estrechas. La nueva propuesta del chef Jason Román promete volver a su esencia: un lugar donde todo gira alrededor del buen comer, alejado de los mozos con corbata y de las pinzas de plaqué.