El 25% de los países emergentes y más de 60% de los países de bajos ingresos enfrentan dificultades con su deuda soberana, y algunos ya están en default.
El 25% de los países emergentes y más de 60% de los países de bajos ingresos enfrentan dificultades con su deuda soberana, y algunos ya están en default.

Bajo presión durante la , las finanzas públicas están tirantes en todo el mundo en medio de un y que suben, un escenario que hace temer una crisis de deuda en las naciones más débiles.

“La vulnerabilidad financiera es alta para los gobiernos”, consideró el FMI en su informe sobre estabilidad financiera mundial publicado el martes.

La razón: el efecto combinado de una tasa de endeudamiento alta y un alza de las tasas de interés por parte de los bancos centrales para tratar de conjurar la inflación.

La directora general del FMI, Kristalina Georgieva, lo destacó el pasado jueves: 25% de los países emergentes y más de 60% de los países de bajos ingresos enfrentan dificultades con su deuda soberana, y algunos ya están en default.

Señal de estas crecientes dificultades, el FMI acordó 16 programas de ayuda desde el inicio de la invasión rusa a Ucrania, por un total de US$ 90,000 millones, y estudia 21 pedidos más.

“Vemos cada vez más a los inversores privados diferenciar los países emergentes en función de su situación económica. Es una evolución con relación a crisis precedentes”, donde un problema en un país emergente se contagiaba a otros, destacó Atsi Sheth, directora general del departamento de Estrategia y Crédito de Moody’s, en diálogo con la AFP.

La pandemia deterioró las finanzas públicas de la mayoría de los países, a pesar de niveles de gasto muy desiguales para enfrentarla: las naciones más pobres utilizaron el equivalente a 3% de su PIB como máximo para hacer frente a la situación, en tanto las economías desarrolladas llegaron a gastar 15-20%, calculó el Banco Mundial.

Cuando se esperaba que en el 2022 la economía mundial volviera a la senda positiva, la guerra en Ucrania añadió un elemento de tensión, al provocar un encarecimiento importante de los precios de la energía y los alimentos, hundiendo a los países más pobres en una verdadera crisis del costo de vida.

El presidente del BM, David Malpass, habló incluso del riesgo de una “quinta ola de crisis de deuda”.

“Situación sin precedentes”

“Estamos ante una situación sin precedentes. Los Estados que tienen un alto nivel de endeudamiento y son importadores de energía y alimentos tendrán dificultades, mucho más si se endeudan en dólares”, consideró Sheth.

El FMI tiene disponibilidad de créditos por hasta un billón de dólares “y podría incluso utilizar sus reservas de oro como garantía si tuviera que disponer de más” recursos, explicó a la AFP Masood Ahmed, presidente del Centro para el Desarrollo Mundial (CGD).

Pero el FMI y el BM tienen límites en su mandato: no pueden prestar a países que enfrenten un riesgo de moratoria, a menos que reestructuren su deuda, cosa que requiere el acuerdo de los acreedores.

Así, Sri Lanka, cuyas reservas internacionales de divisas se vieron erosionadas y ahora cayó en default, no pudo obtener ayuda del FMI por falta de acuerdo entre sus principales acreedores, con China e India en primera línea.

Esa situación podría repetirse y llevó a Malpass y a Georgieva a lanzar llamamientos a China, uno de los principales acreedores de muchos países, y también a acreedores privados, para que hagan un esfuerzo con los Estados en problemas.