Los automóviles también pueden convertirse en lienzo. Esa es la premisa del afamado Andy Saunders, uno de los constructores de autos personalizados más conocidos de Europa. El artista se ha aliado con el Museo Nacional del Automóvil de Gran Bretaña para exhibir sus obras más valiosas. Bajo la exposición denominada The Art of Kustom, que irá hasta septiembre, presentará entre una serie de personalizaciones su nuevo proyecto: Metropolis, un pick-up Peugeot 202 de 1939, que se transformará de “pecio” oxidado a ser un vehículo estilo art deco. Un coche con un extenso recorrido pues se cree que fue requisado por las fuerzas invasoras durante la Segunda Guerra Mundial.

La muestra, que se compondrá por vehículos de Saunders en colecciones privadas, incluye el esplendor de los años 30 del inmaculado modelo Cord 810 de 1936, un Citroën que parece una nave espacial, un coche de carreras Reliant Rialto, una lancha rápida de carretera y el Mini más pequeño del mundo (78.74 centímetros), que es uno de los coches más famosos de Andy en sus 40 años de carrera.

En detalle
Según el portal Fuera de Serie, Tetanus es otros de los autos que podrá apreciarse en el museo. Un Cord 812 Westchester de 1937, que perteneció al conde de Derby, y que se encontraba en un estado lamentable cuando Andy lo encontró, después de haber pasado más de medio siglo abandonado en un campo de Yorkshire. Su nombre fue inspirado en la reacción del amigo de Saunders cuando lo encontró: “No voy a tocar eso sin la vacuna del tétano!”

Con un bautizo accidental, el coche fue completamente restaurado dada la inspiración del artista: una elegante ilustración de un coche que vio en una tarjeta de cumpleaños. Con un interior totalmente en rojo y un motor Chevrolet V8 bajo el capó, este auto se le ha considerado un verdadero placer para el público.

Indecision 1984 también promete llamar la atención. Con sus enormes alas traseras y su inclinada línea del techo, parece una nave espacial, pero es un Citroën CX de 1976, con una atrevida carrocería.

El museo albergará así casi todas las obras del artista e incluirá además Run A Ground, una lancha que resulta más cómoda en tierra firme que en el agua, y un Herperus de los años 30 que le llevó unos seis años de restauración, pero cuyo interior está aún por acabar.