(Bloomberg) Los brasileños han tenido que soportar muchas cosas últimamente, entre la recesión, el juicio político y la ola interminable de escándalos.

¿Pero importar café? ¿En Brasil, el rey del mundo de la materia prima?

La idea no ha sido bien recibida, especialmente entre los habitantes de las colinas del sudeste que han hecho del país el primer productor de café.

"Quieren matarnos", dice Antonio Joaquim de Souza Neto, agricultor de segunda generación en el estado de Espirito Santo. Claro, algunos en la región han sido duramente golpeados por años de sequía, pero aun así, dice, hay mucho suministro. "No vamos a permitir que este café entre al país".

El café en cuestión es el robusta. Mientras que los productores de arábica --la variedad tostada para goteo y preferido por Starbucks – han recibido mucha lluvia después de la cosecha récord del año pasado, los agricultores de robusta, más al este, no han sido tan afortunados. Muchos pasaron meses sin ver una nube en el cielo.

El robusta se utiliza principalmente para preparar el café instantáneo que Nestlé y otros procesan en las fábricas brasileñas y exportan a todo el mundo.

Y son esas empresas las que, en medio de la preocupación de que la sequía arruinaría la cosecha de este año, presionaron exitosamente al Ministerio de Agricultura para que les permitiera comprar la materia prima de bajo costo de Vietnam.

La noticia provocó una tormenta de protesta tal entre los agricultores que el presidente Michel Temer suspendió temporalmente el plan de importación al día siguiente de su anuncio en febrero.

No ha dicho cuál será su decisión final, y qué grupo de presión poderoso terminará triunfando, aunque las personas familiarizadas con el asunto dijeron la semana pasada que el gobierno se inclinaba por permitir el ingreso del café vietnamita.

Las dos partes aún están en conversaciones con el gobierno, que lidia con muchos problemas aparentemente más graves. Varios de los principales asesores de Temer, que reemplazó el año pasado a Dilma Rousseff cuando fue sometida a un juicio político, han sido marginadas por la Operación Lava Jato y otras investigaciones de corrupción que han derribado a líderes políticos y empresariales.

Más de 40 países prohibieron temporalmente o restringieron las exportaciones de carne de res y de ave el mes pasado tras las acusaciones de que funcionarios del gobierno aceptaron sobornos para aprobar la venta de productos contaminados.

Temer está luchando para poner en marcha sus planes de recuperación económica; estallaron protestas callejeras por el proyecto de ley de reforma de las pensiones públicas que requeriría a los brasileños trabajar más tiempo.

"Es una pena que el país pierda tiempo en esto cuando tiene tantos problemas", dice Evair Vieira de Melo, parlamentario del estado de Espirito Santo y aliado de los agricultores de robusta en la cámara baja. "Durante meses, he estado celebrando reuniones en ministerios para intentar arreglar esta idea absurda de que Brasil importe café".

Temer ha pedido una mayor apertura en el comercio para hacer a Brasil más competitivo --y esa idea, al menos, tiene algunos partidarios.

De todas maneras, las políticas proteccionistas de Brasil ponen a sus fabricantes de café instantáneo en desventaja frente a los competidores extranjeros que pueden comprar granos de cualquier país que escojan, dice Pedro Guimaraes, director comercial de Cia. Cacique de Cafe Soluvel, un fabricante paulista de café instantáneo.

Según Guimaraes, los agricultores de robusta de Brasil no podrán entregar lo que se necesita de la cosecha en mayo. "La cosecha de robusta brasileña será débil este año por tercera temporada consecutiva", dijo Guimaraes. "La escasez seguirá siendo un problema".

Eso no es así, según los productores de robusta. "Tenemos inventarios y garantizamos que entregaremos el café que se necesita" a los mismos precios que ofrece Vietnam, dijo De Melo, el legislador del Espirito Santo, el principal estado productor de robusta del país.

Todavía no se sabe qué lado está en lo cierto. El año pasado, la producción de robusta cayó a un mínimo de 12 años de 8 millones de sacos de 60 kilogramos. El gobierno pronosticó para este año que la producción aumentará hasta un 21%, aunque aún muy por debajo del promedio anual en 2010.

El año pasado, el gobierno también intentó brevemente incursionar en la importación de robusta, al autorizar algunas compras de Perú para su uso en mezclas especiales. Los productores ganaron esa vez ya que la decisión fue revertida en cuestión de días.