Tiempo de estadía, número de asistentes, hambre por pollo a la brasa y sed por cervezas. Los hinchas de Flamengo (Brasil) y River Plate (Argentina) vinieron el 20 de noviembre a la capital peruana para ver la final de la Copa Libertadores casi de manera inesperada —después de que Chile la cancelara por su crisis interna—, pero fueron los fanáticos brasileños quienes habrían aportado más intensamente a nuestra economía local en el corto plazo, por el número de visitantes provenientes de dicho país, su tiempo de estadía y su efervescencia al ganar después de 38 años, traducida inmediatamente en el consumo nocturno.