A una semana de establecerse el nuevo mecanismo de cuarentena, con un horario ampliado y con la reactivación en marcha, la agenda del Gobierno se ha centrado en la fiscalización de los mercados de abastos.
Pues luego de dos meses recién se dieron cuenta que los mercados se han vuelto en uno de los focos de infección para el COVID-19, al igual que la cola de los bancos para el cobro de los bonos, y el transporte público.
Los ministerios del Interior y de Defensa han cerrado algunos mercados de abastos en Lima, luego de encontrar casos de coronavirus, tras la evaluación de pruebas rápidas o serológicas.
El resultado del cierre temporal se dio por el alto índice de contagiados entre los comerciantes, por ejemplo, del mercado de Condevilla en SMP o Ciudad de Dios en SJM. Así, como el Mercado de Frutas de La Victoria.
El cierre de los mercados de abastos no evita que las personas compren los productos que requieren, sino que cambien de lugar de compra, comenta el alcalde de La Molina, Álvaro Paz de la Barra.
Pero, ¿cómo evitar el contagio en estos establecimientos?, Abel Salinas, exministro de Salud, refiere que, aunque no es residente de La Molina observa que la decisión de dicha comuna ha sido saludable debido a que multiplicó el número de mercados itinerantes.
De la misma opinión es Piero Ghezzi, exministro de la Producción, que en una entrevista anterior con Gestión comentó que el caso de La Molina posiblemente sea un paso que se debería seguir, con más puntos de ventas.
El modelo que logró “la meseta”
“Hace un mes teníamos 100 casos de coronavirus y ahora esas personas ya han sido dadas de alta, ahora el promedio ha bajado a 90. Nosotros sí estamos en una verdadera meseta”, sostiene el burgomaestre Paz de la Barra.
Dichas declaraciones se esbozan en referencia a lo anunciado por el Gobierno, que afirma que ya llegó al pico, aunque el promedio de nuevos casos se sigue elevando, pese al menor número de pruebas realizadas.
Paz de la Barra recuerda que, tras conocerse de la pandemia tomó una decisión que fue mal comunicada, el cierre de las fronteras de su distrito. Sin embargo, ello le permitió dar un paso distinto, armar un equipo de epidemiólogos y sociólogos para analizar el plan para su comuna.
La estrategia giró en torno a evitar la mayor movilidad de las personas que residen en La Molina, para ello establecieron los mercados itinerantes, a los que llamó Mercados En Mi Barrio.
“Tuvimos que poner a un grupo de personas para encuestar a los vecinos que iban a los mercados de abastos y que nos digan de dónde llegaban, qué compraban, cuántas veces lo hacían a la semana y con dicha información se esbozó el primer plan piloto”, mencionó.
En La Molina hay nueve mercados de abastos, y hasta la fecha se han desarrollado entre seis y siete mercados itinerantes, algunos por semana y otros quincenales.
“Hoy tenemos una mejor información y ya casi podemos establecer horarios y ubicaciones para que las familias se movilicen lo menos posible fuera de sus viviendas. Además, evitamos el tráfico y la congestión de las personas”, dijo.
Reconoce que al inicio los mismos comerciantes elevaron el precio de sus productos de primera necesidad, pero progresivamente se fueron estabilizando los precios, y ya están al mismo nivel que en los mercados.
La experiencia no queda ahí, ya que han sido contactados por la Dirección de Salud de Lima Este, con quienes han tenido reunión el pasado jueves, en compañía de todos los alcaldes de los distritos de esta zona de la capital, con el objetivo de compartir la experiencia, y que esta sea replicada.
“Nos hemos reunido y vamos a replicar próximamente este modelo en Lima Este. Algo que se puede reforzar, es que el Gobierno converse más con los alcaldes, pues conocen más a los vecinos y pueden levantar esa información que se hizo en La Molina y ayudar a abrir más espacios, evitando la movilización de las personas”, expresó.
Experiencia Minagri y La Molina
El Ministerio de Agricultura (Minagri) también ha dado a conocer su propuesta, y es que desde abril lanzaron su modelo de mercado itinerante “de la Chacra a Olla”, de la mano con Agrorural.
En este modelo, al finalizar abril se hicieron 110 mercados itinerantes en 21 regiones, en los que articularon a 2,600 productores. La meta es que para junio se lleguen a los 900 mercados itinerantes.
La diferencia es que, si en La Molina se requiere de siete mercados itinerantes, solo en Lima será necesario el desarrollo de más de 500, según su densidad poblacional.
Un aspecto que remarca Álvaro Paz de la Barra es el estudio de la conducta de compra de sus vecinos, que cada municipalidad distrital podría seguir.
Produce y Minagri vienen trabajando en un plan de “mercados satélites”, cuyo fin, además de abastecer de productos y evitar el contagio por coronavirus, es formalizar; dicho plan se dará a conocer en los próximos días.
Próximos pasos, el Domo y la App de entrega
Una estrategia adicional para evitar la propagación del virus en La Molina es que, en los casos ya identificados, -siempre y cuando la familia lo permita-, los comerciantes de los mercados itinerantes realizarán la entrega de las compras a sus hogares.
“Tenemos que pedir el permiso de las familias, de los 90 casos identificados, al menos ya tenemos 30 que han accedido para realizar y llevar la compra que ellos requieren. La idea es ayudarles y evitar la propagación”, remarcó.
Para este proceso de pedido se usará un aplicativo para la gestión de este servicio.
La Molina también trabaja el proyecto “Domo” que consiste en convencer a las empresas de su localidad a contratar preferentemente mano de obra local, con la finalidad de evitar la movilización de las personas.
“Hemos conversado con los supermercados y están con la mayor disposición para poder llevarlo adelante”, mencionó.