Hay 46.8 millones de millonarios en el mundo, 2.4% más que el año pasado, según el Global Wealth Report 2019 de Crédit Suisse. Su patrimonio global aumentó 2.6% y alcanzó en conjunto US$ 360.6 trillones. Este incremento de la riqueza se explicaría no solo por inversiones tradicionales, sino por un nuevo estilo de inversión: las inversiones socialmente responsables.
Estas responden a principalmente cuatro megatendencias mundiales, según la casa de fondos Neuberger Berman: 1) la brecha entre la oferta y la demanda del agua seguirá aumentando, 2) el tráfico de datos móviles tendrá un crecimiento anual de 47%, 3) la población mundial de personas de más de 80 años entre el 2009 y el 2050 se cuadruplicará, y 4) para el 2030, dos billones de personas más se incorporarán a la clase media.
Estas megatendencias se traducen en el inicio de inversiones en, por ejemplo, sistemas inteligentes o robótica; productos y servicios de salud y bienestar para una población que envejece; bienes y servicios para consumidores emergentes que priorizan las experiencias sobre las cosas; y en innovaciones en eficiencia energética o cuidado del medio ambiente, como tratamiento de agua o reciclaje.
Se trata de inversiones socialmente responsables o ESG (inversión ambiental, social y de gobernanza por sus siglas en inglés) en empresas o startups que contribuyen a que el mundo esté mejor. “(A los ultra ricos) les interesa ganar plata, pero también tener un beneficio social”, asegura Carlos Rojas, socio fundador de Capia.
¿A qué responde?
Luis Falen, head de macroeconomía de Intéligo, explica que la intensidad del consumo de recursos naturales ha generado una mayor conciencia sobre la importancia de la sostenibilidad. “Eso ha dado paso a que haya un mayor compromiso con el medio ambiente, los recursos naturales y las energías limpias”.
“Además, es políticamente correcto invertir en el espacio social. Es cool”, agrega Rojas.
El principal foco está en la generación de energía. “Va a seguir en los próximos cinco o diez años, y eso no solo le importa a los ricos o ultra ricos. En general los portafolios de inversión se van a tener que adaptar a esta nueva realidad: afuera el carbón y adentro las energías renovables, como la energía solar o de viento”, señala el fundador de Capia.
Diego Icaza, gerente de fondos mutuos de BBVA, cree que la inversión socialmente responsable tenderá a masificarse y todos los gestores de inversión empezarán a incorporar criterios ESG, como sucedió con el control de los principios de buen gobierno corporativo.
“En el largo plazo debería ser un criterio básico al momento de invertir más que una temática específica o novedosa de inversión como lo es hoy”, opina.
Rentabilidad
Según Óscar Corpancho, gerente de renta variable de Prima AFP, las compañías con políticas definidas de ESG —o en ese camino— generan retornos mayores que las que no lo hacen. Rojas calcula que deberían representar una mayor rentabilidad que las acciones, pero todavía ser menos rentables que el venture capital puro.
“Si venture capital se espera que les rinda 20% anual, el social capital debe estar cerca del 15%”, indica Rojas. Sin embargo, más allá de la rentabilidad, que finalmente depende de cómo le vaya al mercado, Falen afirma que esas son las tendencias claras para el mediano y largo plazo.
Las inversiones socialmente responsables recién se empiezan a desarrollar en Latinoamérica, aunque Icaza dice que ya se ve interés por parte de clientes de banca privada internacional.
“Nosotros tenemos un fondo solidario en Perú (de US$ 12 millones) que aporta a la Fundación Leer —que impulsa la enseñanza de la lectura en comunidades alto andinas— cada vez que tiene una rentabilidad positiva. Inicialmente hubo una buena captación en ese fondo y básicamente es un buy and hold para los clientes. Sí llegan a tener una rentabilidad, pero también es parte de su labor social”, cuenta Icaza.
Otras opciones
En el 2019, la renta alternativa tuvo rendimientos muy altos. El rendimiento del private equity llegó a casi 40%, el real estate a 22% y los hedge funds a 8%, según Bloomberg.
En el Perú, una de las mayores inversiones se ha dado en real estate, como en fondos de fibras o fondos de deuda que le prestan dinero a proyectos de desarrollo inmobiliario. “Estamos empezando a ver que las personas de alto patrimonio empiezan a poner dinero en esta clase de activos que antes en el Perú no existían”, revela Rojas.