Ha pasado menos de un año, desde que el Banco Azteca del Perú cambió de accionistas en medio de la crisis de la pandemia del COVID-19, pasando de propiedad del Grupo Salinas a un grupo de inversionistas. Sin embargo, en este corto periodo Moody’s Local le bajó su calificación de B- a C+.
Asimismo, reduce la clasificación a los Depósitos de Corto Plazo de ML2-.pe a ML 3+.pe; y los Depósitos de Mediano y Largo Plazo de BBB-.pe a BB+.pe, así lo informó en su reporte del comité del 23 de julio de 2021.
La entidad, también le asigna perspectiva negativa a las nuevas categorías, “producto del entorno operativo desafiante en el cual se desenvuelve el Banco Azteca”, sostiene el informe.
La entidad argumenta que, la decisión de bajar las calificaciones recoge el deterioro observado en el principal activo generador del Banco Azteca (la cartera de colocaciones de créditos), lo cual se plasma en un importante incremento de la Cartera Problema y de la Mora Real al 31 de mayo de 2021 (a 21.62% y 44.20%, respectivamente, desde 15.46% y 34.98% al cierre del ejercicio 2020), ubicándose ambos indicadores desfavorablemente por encima del promedio de la Banca de Consumo.
“Al mes de mayo de 2021, se observa un mayor desplazamiento de créditos desde categorías de menor riesgo hacia la cartera crítica (créditos en Deficiente, Dudoso y Pérdida) respecto del cierre de 2020, comportamiento que estuvo asociado al reinicio en el conteo de los días de atraso de la cartera congelada y el vencimiento de periodos de gracia asociados a la cartera reprogramada”, sostiene.
De la misma manera, indican que el Banco se enfoca en créditos de consumo a un sector de la población de mayor riesgo y vulnerable ante ciclos económicos desfavorables como el actual y que, por su propia naturaleza, no cuentan con garantías reales.
Al respecto, al 31 de mayo de 2021, el 30.3% de la cartera se concentra en clientes bancarizados, desde 23.5% al cierre de 2020, plasmándose los esfuerzos del Banco a incrementar dicha participación.
Banco Azteca responde
Al respecto, ejecutivos del banco señalaron que, desde su adquisición por un grupo de inversionistas peruanos en diciembre de 2020, la institución está reemplazando su cartera de colocaciones, pasando de perfiles no bancarizados de alto riego a perfiles bancarizados de riesgo moderado y a través de nuevos modelos basados en data analítica. Esto se ha traducido, al primer semestre de 2021, en una reducción de la probabilidad de incumplimiento, que ha caído de 24.3% a 13.6%.
A fines de 2021, señalaron los ejecutivos, el 70% de la cartera corresponderá al nuevo modelo, que tiene un margen operacional positivo de 27%, alineado con los niveles de la industria para productos similares). Esto, añadieron, producirá una estructura financiera con punto de equilibrio mensual que permitirá al banco generar utilidades estructurales desde 2022.
Por otra parte, agregaron, el banco ha fortalecido su patrimonio a través de operaciones comerciales que han generado ingresos extraordinarios por S/. 14.5 millones y está en proceso de concretar préstamos subordinados por S/. 28.5 millones. Esto, sumado a aportes de capital por S/. 4 millones, sitúa los indicadores de liquidez por encima de 25% y de capital global bordeando el 13%.
El banco, que está en proceso de transformación y cambio de identidad, exhibe otros indicadores positivos asociados a los cambios ya realizados, señalaron los voceros: una mejora sustancial de ratio de cobranza sobre cartera (pasa de 9.6% a 15.3%), y un incremento de colocaciones en los perfiles deseados y del ticket promedio (pasa de S/. 5,072 en diciembre de 2020 a S/ 8,649 en julio de 2021) impulsados por una significativa reducción de tasas de interés asociadas a perfiles de menor riesgo.
Cabe resaltar, indicaron los voceros, que el Banco mantiene dos calificaciones B- basadas en el avance de los últimos meses y el nuevo Plan de Negocios, que está implementando una serie de cambios estructurales de la propuesta de valor asociados al nuevo banco por lanzar