A las mineras les encanta el cobre porque es visto como una forma de apostar por un futuro de energías limpias. (Foto: Bloomberg)
A las mineras les encanta el cobre porque es visto como una forma de apostar por un futuro de energías limpias. (Foto: Bloomberg)

Todas las grandes mineras están de acuerdo en que el tiene un futuro brillante. El problema es cómo llegar allí.

Un ejemplo es , que va rumbo a ser el mayor productor mundial este año luego de que Freeport-McMoRan vendiera su participación en la mina Grasberg de Indonesia. Los costos en su enorme yacimiento Escondida en Chile, que aporta más o menos 1 de cada 20 toneladas de cobre extraído a nivel mundial, siguen decepcionando. Subirán de los actuales US$ 1.14 la libra a la banda de US$ 1.20-US$ 1.35/lb el próximo años, señaló la minera el martes en sus resultados anuales, muy por sobre su ambición de mantenerlos bajo los US$ 1.15/lb.

En momentos en que el precio del cobre está cerca del nivel mínimo en tres años y se cotiza en US$ 2.61/lb, la cifra sigue propiciando un negocio bastante rentable. Pero como la producción de toda la división de cobre parece tener un techo cercano a 1.75 millones de toneladas anuales, no está claro de dónde saldrá el crecimiento de los volúmenes.

A las mineras les encanta el cobre porque es visto como una forma de apostar por un futuro de energías limpias. Los automóviles eléctricos contienen entre 4 y 10 veces más cobre que los convencionales y se pronostica que las generadoras eólicas y solares consumirán 813,000 toneladas anuales en el 2027. No queda claro si los proyectos actualmente en la cartera serán suficientes para producir suficiente metal a fin de satisfacer la demanda del mercado una vez que aquellas fuentes de demanda comiencen a incrementar su producción a mediados de la próxima década.

La principal expansión de BHP de momento es la de su mina Spence en Chile, que entrará en servicio antes de diciembre del próximo año. Eso debería añadir cerca de 185,000 toneladas de producción anual, apenas suficiente para paliar el agotamiento gradual de las minas Cerro Colorado y Antamina, las cuales cuentan con menos de una década de vida útil restante.

Más allá de eso está la gigantesca y geológicamente complicada expansión de la mina Olympic Dam en el sur de Australia. Hace mucho que ese depósito es un desafío. Su gran contenido de uranio convertiría a BHP en un productor importante y de bajo costo del combustible atómico. Sin embargo, el riesgo es que semejante gran flujo de oferta altere el mercado de óxido de uranio y debilite la economía de alto riesgo del proyecto en sí.

En teoría, debería haber oportunidades importantes de fusiones y adquisiciones en el entorno actual. Freeport, por ejemplo, podría casi duplicar la producción de cobre de BHP y tiene mucho menos riesgo político ahora que la prolongada disputa con Yakarta por Grasberg se acabó.

Con una rentabilidad sobre capital invertido en torno al 11%, anota un mejor desempeño que el beneficio subyacente de 6% de la división de cobre de BHP y se puede comprar a cambio de unos nueves meses de flujo de caja. Pero al seguir siendo Elliott Management una presencia persistente en el registro de accionistas, es poco probable que la gerencia haga algo muy ostentoso.

De hecho, los rivales de BHP son ejemplos claros de los riesgos de ser muy audaces con el cobre. La mina Oyu Tolgoi de Rio Tinto en Mongolia podría costar hasta US$ 1,900 millones más que lo previsto y la puesta en servicio del proyecto expandido fue postergada hasta mediados del 2023, informó la compañía el mes pasado. Glencore anunció este mes su intención de cerrar la mina de cobre Mutanda en la República Democrática del Congo por el aumento de costos y del debilitamiento del precio del cobalto, un importante subproducto de la operación.

Puede que eso ofrezca una lección. Más allá de todos los millones que BHP ha invertido en el cobre durante la última década, sus ganancias gracias al metal rojo se mantienen dentro de las peores del grupo. En lugar de buscar volúmenes, tal vez sea mejor ahorrar, dejar que el mercado se ajuste y esperar que los precios suban para justificar el dinero que ya está invirtiendo. Cuando las cartas sobre la mesa son débiles, hay cosas peores que mantener las cosas como están.

Por David Fickling

Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.

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