Por Chris Hughes
Un cambio en la alta directiva de una empresa es un momento para reevaluar. Bob Dudley, director ejecutivo de BP Plc, rehabilitó a la gran petrolera tras la fatal explosión y derrame de la plataforma Deepwater Horizon en Estados Unidos en 2010. Su reemplazo, Bernard Looney, nombrado el viernes, debería evitar la tentación de pensar que su trabajo es principalmente sostener ese legado.
Como todas las grandes compañías petroleras internacionales, BP bajo el mando de Dudley reconoció la necesidad de adaptarse a un mundo que anhela más energía, pero menos combustibles fósiles. El plan estándar de la industria es apuntar a una producción de petróleo convencional más rentable, mientras se invierte en energías renovables y se reducen las emisiones, por ejemplo, al utilizar sumideros de carbono para almacenar gases de efecto invernadero bajo tierra y plantar bosques. No obstante, el equilibrio preciso de estos objetivos es esencial.
BP debe orientarse entre dos extremos. Por un lado, enfrenta la presión de detener toda inversión en energía de hidrocarburos y canalizar todo su flujo de efectivo libre hacia energías limpias, una transformación total de la empresa.
Opcionalmente, podría aceptar que cuando una industria se ve interrumpida por un cambio de época, como el giro hacia las energías renovables, los nuevos participantes están en mejores condiciones para aprovechar la oportunidad. Desde ese punto de vista, BP y sus colegas de las grandes petroleras tendrían que empezar a desacelerarse, mientras pagan dividendos a los accionistas que pueden invertir en compañías mejor posicionadas para liderar la transición hacia nuevas formas de energía.
Sería mejor ver qué rol tendrá BP entre esas dos alternativas: realizar algunas actividades en energía limpia y, al mismo tiempo, proporcionar efectivo para que otros lo utilicen. La primera tarea de Looney será considera honestamente dónde BP posee capacidades distintivas en energías renovables. Hay algunas áreas en las que tiene sentido que la empresa ponga a trabajar sus recursos financieros. Puede convertir sus estaciones de servicio minoristas en estaciones de carga para vehículos eléctricos, como lo está haciendo. A su vez, hay lógica en invertir en infraestructura de electrificación relacionada. Pero sería una tontería creer que BP puede transformarse por completo en una compañía eólica, solar y de baterías con un pequeño negocio petrolero heredado.
Inusualmente para el nuevo director ejecutivo de una compañía de US$ 124,000 millones, Looney debe enfrentar la realidad de que el negocio convencional de BP va a declinar y su función se trata principalmente de administrar ese hecho.
Dudley tuvo que lidiar con la hostilidad política generada por Deepwater Horizon. Looney tiene un desafío aún más profundo. Se ocupará de una base de inversionistas de dotaciones universitarias, fondos de pensiones y fondos de riqueza soberana bajo presión para abandonar completamente las inversiones petroleras. Podría haber peores usos para el efectivo de BP que recomprar sus acciones y dejar que esos accionistas decidan dónde reinvertir.
Por su reputación, Looney es enérgico, agradable e intenso, como lo ha demostrado su rápido avance a través de los puestos de la empresa. Necesitará vigorizar la realización de una evaluación realista de lo que BP puede hacer y lo que es mejor dejar a otros.