Wal-Mart se unió a otras compañías para anunciar un programa de aumento salarial y bonificación para empleados. El minorista citó "las oportunidades que la reforma tributaria nos crea", e indicó el jueves que las medidas "beneficiarán a los más de un millón de asociados con sueldo por hora en Estados Unidos".

El interés en este anuncio se extiende mucho más allá de la compañía misma. La medida plantea preguntas relevantes para aquellos que buscan predecir la economía a futuro: ¿este evento marca el logro de una masa crítica que haga inevitable que el sector corporativo en su conjunto transmita a los empleados en forma de alzas salariales parte del alivio recibido con el reciente recorte de impuestos? ¿Se traducirá en un mayor consumo y crecimiento a corto plazo, así como una mayor inversión corporativa y un mayor potencial de crecimiento? ¿Y calmará a los que están preocupados por la mayor deuda del gobierno?

A partir de febrero, los salarios iniciales de los asociados de Wal-Mart aumentarán a US$11 por hora. Los empleados elegibles a tiempo completo y parcial también recibirán una bonificación única que se determinará conforme a la duración de su servicio (incluidos US$1,000 para aquellos con al menos 20 años).

Estas dos medidas combinadas agregarán US$700 millones de gastos a la cantidad que el gigante minorista ya había presupuestado en su planificación del año fiscal.

Sin embargo, el anuncio también recibió críticas.

Algunos han señalado que, para la mayoría de los empleados, el bono único será menos beneficioso que un aumento generalizado en los salarios, y que el nuevo salario por hora inicial solamente se pondría al nivel del mínimo obligatorio que ya está vigente en algunos estados.

Y el cambio se está produciendo en el contexto de un mercado laboral más restrictivo que abre mayores oportunidades de empleo alternativo para los asociados de la compañía. Además, el anuncio se realizó solo unas horas antes de que Wal-Mart dijera que cerraría 63 ubicaciones de Sam’s Club.

No obstante, hay tres razones por las cuales esta noticia tiene relevancia sistémica y, por lo tanto, debería ser de interés para una amplia gama de economistas:

En primer lugar, Wal-Mart se ha unido a la creciente lista de compañías que transfieren parte del beneficio de los recortes fiscales a los empleados de manera pública. Esto hará cada vez más difícil para otras empresas financieramente viables resistir las presiones internas y externas para hacer lo mismo.

De hecho, podríamos estar presenciando las fases iniciales de un fenómeno generalizado que ayudará a abordar, al menos para 2018, un problema recurrente para la economía: el estancamiento del crecimiento de los salarios.

En segundo lugar, dada una alta propensión marginal al consumo entre muchos beneficiarios, tales decisiones corporativas probablemente generarán un mayor consumo en general.

La durabilidad del ímpetu de crecimiento positivo resultante aumentaría significativamente si la mayor demanda agregada también indujera a las empresas, muchas de ellas ya rentables y con elevados niveles de recursos, a expandir sus planes de inversión.

En tercer lugar, un aumento sostenible en el crecimiento ayudaría a aliviar las preocupaciones sobre la mayor deuda pública asociada con la reducción de impuestos a las empresas.

Durante años, los planes y decisiones comerciales de Wal-Mart se han analizado detenidamente para obtener información sobre el futuro del sector minorista. Si este cambio proporciona otro ejemplo, EE.UU. estaría avanzando un paso más para tratar de revertir demasiados años de un crecimiento que ha sido demasiado bajo y poco inclusivo.

Autor: Mohamed A. El Erian

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