Por Tim Culpan
El objetivo de Pekín de construir una industria tecnológica autosuficiente ha sido elevado para convertirse en un pilar estratégico, parte del último plan quinquenal que establece las principales prioridades nacionales. Esto significa que China está redoblando los esfuerzos para alejarse de las empresas extranjeras, y es probable que el resultado será un séquito de gigantes nacionales y una lenta congelación de sus competidores en el extranjero.
Así como el Gobierno de Estados Unidos está comenzando a tratar de refrenar, o incluso dividir, a las grandes empresas de tecnología bajo la creencia de que tienen demasiado poder, China va en la dirección opuesta. Deberíamos esperar ver más dinero, más favoritismo político y más atención de los partidos con el fin de garantizar el establecimiento de grandes firmas exitosas de chips y software.
El Quinto Pleno del XIX Comité Central del Partido Comunista Chino concluyó el jueves asignándole a la nación, entre otras cosas, la tarea de desarrollar la autosuficiencia y forjar su poder tecnológico. El resultado será un enfoque más insular de la industria y el comercio a medida que Pekín fortalece un mercado interno robusto para que aquellas empresas prometedoras fabriquen sus productos.
Las compañías extranjeras, especialmente las de semiconductores, software o materiales, que aún creen que China es un negocio viable a largo plazo, se engañan a sí mismas. Solo aquellas que suministren productos y servicios cruciales que no estén disponibles localmente tendrán una oportunidad de acceso sostenido al mercado, e incluso solo hasta que aparezca una alternativa nacional.
Intel Corp., Nvidia Corp. y Microsoft Corp. deberían tomar nota. Apple Inc. y Alphabet Inc. deberían ser cautelosos. Mientras tanto, los proveedores de equipos, productos químicos y software utilizados para diseñar y construir chips deberían disfrutar su situación actual, porque los buenos tiempos no durarán, si Pekín puede evitarlo.
Empresas como ASML Holding NV, Tokyo Electron Ltd. y Synopsys Inc. podrían experimentar algunos años de crecimiento a medida que las empresas chinas se apoyan en ellas para suministrar los ingredientes principales de una industria de semiconductores, si el Gobierno de Estados Unidos no se interpone en su camino para obstaculizar aún más el avance de China. Pero serían necias si no entendieran que los rivales locales, respaldados por Pekín, están haciendo todo lo posible para replicar sus productos.
Durante la última década, el Gobierno ha hecho mucho para mejorar la aplicación de las reglas de propiedad intelectual y garantizar los derechos económicos sobre la innovación tecnológica. No obstante, se necesitaría a un fiscal o juez chino muy valiente para que apoye a una gran empresa occidental en desmedro de una incipiente compañía local en caso de un presunto robo de propiedad intelectual.
Creo que aún no hemos visto surgir la próxima era de líderes nacionales. Alibaba Group Holding Ltd. y Tencent Holdings Ltd. han sido la columna vertebral del desarrollo de internet en China. Pekín querría ver a sus equivalentes en el sector de los semiconductores.
Huawei Technologies Co. cumple con el rol, un hecho que Washington reconoce al intentar obstaculizar la división de chips HiSilicon de la compañía de Shenzhen. Semiconductor Manufacturing International Corp. también tendrá su rol, pero después de dos décadas aún no ha logrado igualar a rivales como Taiwan Semiconductor Manufacturing Co. o United Microelectronics Corp. Luego hay una serie de fabricantes de chips respaldados por el Estado, como los que están en la órbita de la prestigiosa Universidad de Tsinghua.
Sin embargo, es posible que el Alibaba de los chips aún no haya nacido.
Podría estar burbujeando en una pequeña oficina de Shenzhen, dirigida por exejecutivos de HiSilicon decididos a no renunciar a sus sueños de crear semiconductores pese a la presión de Washington. O ser el tema de las llamadas por Zoom entre estudiantes de posgrado confinados que están terminando sus estudios en Estados Unidos y que planean regresar a casa. O en el saldo bancario de un ingeniero taiwanés, atraído por la promesa de grandes riquezas, después de una década de trabajo duro en TSMC.
Quienquiera que sea el próximo gran gigante tecnológico chino, puede estar seguro de que Pekín tiene el dinero y la determinación para asegurarse de que tenga éxito. A toda costa.