“Revolución Twitter”, “revolución Facebook”: estos términos se generalizaron durante las rebeliones de la Primavera Árabe a principios de esta década. Ahora están desactualizados; para los manifestantes en Hong Kong y Barcelona, o para activistas del movimiento Rebelión contra la Extinción en las capitales de todo el mundo, las redes sociales e incluso las aplicaciones de mensajería administradas por grandes corporaciones estadounidenses se están convirtiendo en una herramienta secundaria, y no se utilizan para propósitos organizacionales.
Después de que los manifestantes en Egipto obligaron al presidente Hosni Mubarak a renunciar en febrero del 2011, uno de los rostros públicos de la revolución, el ejecutivo de Google Wael Ghonim, fue entrevistado en CNN por los presentadores Anderson Cooper y Wolf Blitzer. Cuando Blitzer le preguntó qué pasaría después, se produjo el siguiente intercambio:
Ghonim: Pregúntele a Facebook.
Blitzer: ¿Preguntar qué?
Ghonim: A Facebook.
Cooper: Facebook.
Blitzer: Facebook. ¿Responsabiliza a Facebook?
Ghonim: Claro que sí. Quiero conocer a Mark Zuckerberg un día y agradecerle, de hecho. Esta revolución inició en línea. Esta revolución inició en Facebook.
Una declaración muy al estilo 2011. Si hay alguna aplicación que los manifestantes de hoy quisieran responsabilizar, es Telegram. Pero ni siquiera esta mensajería itinerante, cuyo equipo tuvo sede en San Petersburgo, Berlín, Londres y Singapur antes de terminar en Dubai, desempeña el mismo tipo de papel descomunal que Facebook y Twitter asumieron en las protestas anteriores, incluso en la Revolución de los Paraguas en Hong Kong en el 2014.
Con su potente funcionalidad de mensajería grupal y la función de “canal” que permite a usuarios transmitir información, Telegram es la plataforma central de medios para los actuales manifestantes de Hong Kong, que ahora presionan por una mayor democracia para la excolonia británica. También es la herramienta de referencia para catalanes independentistas que han salido a las calles a protestar por las largas penas de prisión para líderes de la secesión del 2017 de la región española. Allí, el grupo secreto Tsunami Democrático usa Telegram para comunicarse con sus 150,000 seguidores. También utiliza la app para recopilar datos para una aplicación que creó para mapear actividades de protesta y enfrentamientos callejeros.
Por su parte, Rebelión contra la Extinción ha estado entre WhatsApp, propiedad de Facebook, y Telegram, porque permite chats grupales más grandes y por su herramienta de votación que permite a rebeldes de mentalidad independiente decidir qué quieren hacer (esta herramienta también se usa en Hong Kong).
Signal, el sistema de mensajería cifrada, y Mattermost, una alternativa de código abierto a la mensajería empresarial Slack, también son populares entre activistas.
Las transferencias directas de archivos, lo mensajes encriptados y las aplicaciones especialmente creadas se han vuelto esenciales para difundir todo tipo de material que podría ocasionar problemas a sus distribuidores, como los pases de abordar falsos que envió Tsunami Democrático para que manifestantes pudieran ingresar al aeropuerto de Barcelona el 14 de octubre, causando así la cancelación de más de 100 vuelos.
Por supuesto, los activistas de hoy en día todavía usan plataformas de redes sociales administradas por grandes corporaciones estadounidenses. Pero cuando lo hacen es principalmente para la comunicación externa, como con los medios de comunicación, no con personas que participan activamente en las protestas.
Desde la Primavera Árabe, los gobiernos dominan el uso de las grandes redes sociales. Desde que iniciaron las protestas en Hong Kong, tanto Facebook como Twitter se han quejado de China y cómo intenta usarlos para desinformación y contrapropaganda. Además, muchos manifestantes creen que su anonimato no está bien protegido en las redes sociales. Malek Dudakov, del centro de pensamiento Centro para el Estudio de Nuevas Comunicaciones, con sede en Moscú, escribió en un informe reciente sobre el uso de la tecnología por parte del movimiento de protesta de Hong Kong.
Telegram, dirigido por una organización sin ánimo de lucro fundada por el libertario ruso Pavel Durov, tiene la reputación de resistir los intentos de censura e infiltración del gobierno. Rusia ha intentado bloquear al servicio de mensajería por negarse a entregar las claves de cifrado a la inteligencia nacional, pero Telegram se defendió y todavía es accesible en la mayor parte de Rusia. China continental ha tenido más éxito al momento de cortar acceso a ella. Pero incluso en Telegram, el riesgo de perder el anonimato es un problema potencial. Un moderador de un grupo de protesta en Hong Kong fue arrestado en junio. Durov ha acusado a China de intentar derribar su servicio en Hong Kong con ataques distribuidos de denegación de servicio.
Estos esfuerzos contrastan con las preocupaciones de que las grandes empresas estadounidenses tengan más probabilidades de cooperar con las autoridades.
A principios de este mes, Apple Inc. aprobó una aplicación de mapas para teléfonos inteligentes que los manifestantes de Hong Kong han estado utilizando desde su App Store, después de una prohibición inicial. Pero luego, quitaron de nuevo rápidamente HKmap.liv. El presidente ejecutivo de Apple, Tim Cook, explicó que la autoridad de seguridad cibernética de Hong Kong le había dicho a la compañía que los delincuentes usaban la aplicación para "atacar violentamente a agentes y victimizar a individuos y propiedades donde no hay policías presentes". En Cataluña, Tsunami Democrático lanzará su propia aplicación solo para Android, y no a través de Google Play Store, en donde la mayoría de los usuarios de Android buscan sus aplicaciones.
A pesar de que sus servicios están bloqueados en China continental, Google también se ha comportado de una manera que algunos manifestantes, e incluso algunos de sus empleados, consideran sospechosa. Citando una regla interna contra la monetización de eventos actuales, Play Store prohibió un juego llamado "The Revolution of Our Times" (La revolución de nuestros tiempos), que permitía a jugadores representar el papel de manifestantes de Hong Kong. Los desarrolladores del juego habían prometido entregar el 80% de sus ganancias a organizaciones benéficas.
El rol de las grandes tecnológicas, incluso inconscientemente, en los disturbios siempre ha parecido una aberración. Cuando se trata de obtener ganancias, cooperar con los gobiernos tiene más sentido que facilitarle la vida a quienes luchan contra ellos. Ahora, ya no se acude tanto a la revolución tecnológica, y las revoluciones del mundo real necesitan herramientas tecnológicas no comerciales. Entonces, los manifestantes diseñan sus propias herramientas o recurren a aplicaciones de código abierto o desarrolladas por organizaciones sin ánimo de lucro. Facebook y Twitter son el lugar donde las batallas de propaganda se enardecen y los insultos vuelan, no donde la acción se coordina —y esta es una consecuencia natural de su evolución como grandes empresas que atraen demasiada atención del gobierno.
Entonces, si se está preguntando qué se viene después de todos los movimientos de protesta modernos, no le pregunte a Facebook.