Han pasado 10 años desde que Kevin Systrom y Mike Krieger lanzaron Instagram. Hoy la popular red social, propiedad de Facebook, cuenta con más de 1,000 millones de usuarios a nivel mundial y, a diferencia de su compañía matriz, no tiene tan mala reputación ni enfrenta serios cuestionamientos de manera directa. Aunque quizá debería ser sometida a similar escrutinio.
La periodista de Bloomberg, Sarah Frier, publicó este año el libro “No Filter: The Inside Story of Instagram” (traducido al español como Sin Filtro: la historia secreta de Instagram). En su recuento de la evolución de la red social, la autora revela un lado oscuro no muy conocido de la empresa y también detalla cómo ha transformado nuestra manera de ver el mundo.
“Instagram configuró nuestra cultura, decidió quién es famoso y quién no y difundió contenido que sus creadores consideraban bueno. Ha hecho una curaduría personalizada de lo que vemos. Su impacto en nuestra cultura ha sido profundo y ha cambiado el mundo a partir de las preferencias y gustos de un pequeño grupo de personas”, comenta Frier.
La semana pasada la Cámara de Representantes del Congreso de los Estados Unidos emitió un reporte (que recogió partes de No Filter) sobre las condiciones de competencia que existen en los mercados de las big-techs. Gestion.pe conversó con Frier sobre los hallazgos de esta investigación, la historia de Instagram y el impacto que esta red social tiene en la vida de sus millones de usuarios.
-Instagram ha cumplido 10 años, ¿cuál ha sido su impacto para bien o para mal?
Como producto, Instagram nos ha hecho apreciar todo lo que es visual. Pero, a la vez, sus métricas (seguidores, comentarios, likes) nos han entrenado para que la próxima vez que publiquemos algo, tratemos de hacerlo mejor. Básicamente nos ha convertido en comunicadores estratégicos dedicados a hacer curaduría de la historia de nuestras vidas. Esto tiene un lado positivo, pues todos podemos ser creativos. Pero también significa que nos hemos convertido en una sociedad más consciente de sí misma y muchos han empezado a medir su éxito cultural en función a las cifras de Instagram, que, en realidad, no son el reflejo más preciso del éxito.
- Se critica que Instagram muestra una imagen de la gente que no es real, que promueve el narcisismo hasta la toxicidad.
La gente joven ahora piensa más en su marca personal y enfrenta mucha presión y ansiedad. Hay quienes hacen pequeños retoques, escogen ángulos y luz adecuados para sus fotos. Pero también hay otros que usan apps como Facetune, que cambian las características físicas, o compran seguidores. Son personas que han descifrado las reglas del juego. Pero muchos otros no entienden estas tácticas, se comparan con ellos y, como resultado, sienten que sus vidas son inadecuadas y que deberían ser perfectas. Hay mucha presión y puede llegar a crear un entorno tóxico.
- ¿Puede resultar peligroso o los críticos solo están sobredimensionando el problema?
Lo que busco con mi libro no es culpar a las personas que retratan una vida perfecta. Son gente que está construyendo un negocio. Con “No Filter” quiero desmitificar Instagram. Explicar qué ocurre, qué cosas recompensa la plataforma y cómo algunos usuarios son estratégicos o, a veces, rompen las reglas. Así, si una persona siente que tiene una vida inadecuada, ahora puede entender que los usuarios con más seguidores no son los más talentosos, o los más felices o los más adinerados. Al comprender los mecanismos del producto, se puede ser un consumidor más informado.
Negocio en red
- También hay “influencers” que tienen contratos con marcas, las difunden y no los revelan a sus seguidores.
Es muy probable que no les pase nada. Recordemos que no hay gente que supervise esto, sobre todo en países que no hablan inglés. La parte más importante del negocio de los “influencers” es enseñarle a la gente cómo emocionarse sobre un estilo de vida. Pienso que se habla mucho de las personas que son famosas en Instagram, pero no tanto sobre cómo cada vez más economías giran alrededor de los celulares. Si eres un panadero, un instructor, un diseñador de hogares, necesitas Instagram. Todas las industrias visuales, o que involucran la personalidad, lo requieren.
- En algunos lugares, como en Perú, los reguladores locales han tratado de asumir un rol supervisor.
Creo que los consumidores ahora están más informados y saben que hay un negocio detrás y que los usuarios con más seguidores hacen dinero promocionando marcas. La verdad es que la tecnología evoluciona más rápido que los reguladores. De todas formas pueden establecer reglas, pero el reto es hacer que se cumplan. El mercado es muy dinámico y ahora los “influencers” pueden ganar más dinero —sobre todo en medio de la pandemia— vendiendo productos con su marca o incluso filtros para fotos. Con el tiempo, todo se vuelve más complejo.
Viralización
- Facebook tiene un gran problema reputacional que al parecer no ha alcanzado a Instagram.
Hay rincones muy oscuros en Instagram a los que no se les está prestando atención porque son más difíciles de encontrar. Como en Instagram no se puede compartir contenido [una funcionalidad que sí tienen Facebook y Twitter], las publicaciones no se pueden viralizar, lo que facilitaría su identificación. Pero existen grupos extremistas que usan la red social para reclutar. También hay quienes comercializan drogas, trafican con personas o venden animales exóticos. Todas estas cosas terribles pasan en Instagram, pero si no se conoce la etiqueta (hashtag) o no se sabe qué usuario lo hace, difícilmente se puede atacar el problema.
- ¿A qué le han puesto el foco las redes sociales últimamente?
Uno de los problemas que Facebook está enfrentando ahora mismo es la desinformación sobre el coronavirus. La empresa dice que se está enfocando en los contenidos que hacen más daño. ¿Y cómo los detecta? Pues son los que se viralizan. Pero en Instagram no se pueden viralizar las publicaciones. Ahora mismo puede haber un influencer con miles o millones de seguidores a los que les dice que no usen mascarillas. Esto es más difícil de identificar y resolver. Y en el medio, la gente puede hacerse daño.
Monopolios modernos
- El Congreso de los Estados Unidos ha publicado una investigación sobre las condiciones de competencia que ejercen Apple, Facebook, Amazon y Google en sus mercados. El reporte ha recogido partes de tu libro, “No Filter”.
Al parecer, la estrategia de Facebook es fusionarse con sus empresas todo lo posible hasta que sea imposible separarlas. Fue interesante ver que los reguladores respaldaran mi trabajo en el libro. De alguna forma, construyeron argumentos a partir de mis hallazgos sobre cómo Mark Zuckerberg estaba celoso y sentía que Facebook estaba amenazado por el crecimiento de Instagram [Facebook compró Instagram en el 2012] y competía con la empresa de manera interna.
- ¿Cuáles son las principales conclusiones?
Una de las conclusiones de los reguladores fue que Facebook competía de manera interna con Instagram más que con TikTok, Snapchat o Twitter y esa situación era monopólica. Si tienes un competidor interno que es más fuerte que tu competencia externa, eso quiere decir que tienes el poder para escoger y decidir hacia dónde quieres guiar la atención de los usuarios.
También me parece que el reporte propone argumentos interesantes en cuanto a libre competencia (antitrust). Normalmente se piensa que hay monopolio si es que hay un sobrecosto para el consumidor. Por ejemplo, cuando una sola persona tiene todas las empresas que manufacturan llantas y se asegura que los consumidores no obtengan un buen precio. Esa es una visión tradicional del monopolio.
Ahora el reporte muestra una nueva forma de entenderlo. En este caso, el producto es gratuito, pero los reguladores señalan que Facebook, al tener la propiedad de Instagram, Whatsapp y Messenger, controla la manera en que el consumidor usa los productos y nada empuja a la empresa a mejorarlos. Esto ha degradado la calidad del servicio; y la desinformación, u otros problemas similares, son el costo para el usuario. Es similar a lo que propongo al final de “No Filter”: si no pensamos de manera proactiva sobre la forma en que Facebook e instagram ejercen su poder cultural, terminaremos pagando el precio.