Mauricio Macri, de ser reelegido, no se sabe cómo hará para manejar la abultada deuda pública. (Foto: Reuters)
Mauricio Macri, de ser reelegido, no se sabe cómo hará para manejar la abultada deuda pública. (Foto: Reuters)

El miércoles pasado, el Gobierno Argentino anunció que aplazaba entre tres y seis meses los vencimientos de títulos de corto plazo en manos de inversores institucionales, compromisos que alcanzaban a unos US$ 10,000 millones hasta finales de años.

Así sucedió luego de tres semanas en las cuales Argentina perdió algo más de US$ 10,000 millones de reservas, que rondan los US$ 56,000 millones. En parte, este resultado se explica por las divisas volcadas por el Banco Central al mercado para tratar de estabilizar el tipo de cambio.

En tanto, otro monto de las divisas se ha aplicado a la cancelación de deudas. Debido a la crisis, la tasa de renovación de la deuda de corto plazo registró una fuerte caída del 88% al 10%, aumentando la presión sobre los compromisos de pago del país.

Esta crisis ha obligado al presidente argentino, Mauricio Macri, a buscar aplazar sus compromisos de deuda, en un panorama que enfrenta el revés electoral del oficialismo en las elecciones del 11 de agosto.

Así, han revivido el fantasma del histórico cese de pagos del 2001. Como se recuerda, tras este "default", Argentina estuvo en cese de pagos hasta las fuertes reestructuraciones de 2005 y 2010, pero la relación solo se normalizó en 2016, con un acuerdo definitivo con los acreedores que hasta entonces litigaban contra el país en tribunales internacionales.

"Optaron por resguardar las reservas, que no son infinitas. Buscaron llevar tranquilidad al stock de reservas a costa de declarar un default técnico", comentó Ramiro Castiñeira, economista jefe de la consultora Econométrica a EFE.

Asimismo, el Gobierno intentará negociar con el Fondo Monetario Internacional (FMI) una extensión de los vencimientos con el organismo, que el año pasado accedió a prestarle US$ 56,300 millones para atender a la crisis económica desatada en abril de ese año.

"Los inversores están en pánico. No hay nadie en este momento que esté pensando que las cosas van a mejorar", dijo a EFE Pablo Tigani, gerente general de la consultora Hacer.

Las presidenciales serán el 27 de octubre y los mercados miran con desconfianza al candidato más votado en las primarias, el peronista Alberto Fernández, de duro predicamento contra la especulación financiera, pero también a Mauricio Macri, quien, de ser reelegido, no se sabe cómo hará para manejar la abultada deuda pública.