CEO, ¿no puedes pegar el ojo?

Las empresas no son inmorales o poco éticas, las personas lo son. Si tus colaboradores necesitan ser supervisados y su comportamiento se mantiene a raya con castigos, deberás tener más controles. Además, estos deben ser cada vez más estrictos. Si lo que quieres es tener colaboradores empoderados, que toman decisiones morales y éticas, aunque nadie los esté observando, y protegen los intereses de la empresa, necesitas una cultura de integridad.

Los modelos de prevención son necesarios. Sin embargo, es con tu compromiso con valores morales, lineamientos éticos y tolerancia cero para comportamientos ilegales o impropios, que logras un entorno de confianza, en el que tus colaboradores pueden actuar con mayor autonomía y libertad, y ser “guardianes” de la empresa.

¿Cómo construir integridad empresarial?

Empieza por ti. Sé ese modelo de persona que se esfuerza por construir su carácter, practica la integridad en todas sus esferas de vida y se hace responsable de sus actos. La integridad es una práctica de toda una vida, en la que enfrentas pruebas más complejas conforme va creciendo tu poder e influencia.

Sé claro. Como CEO, presta atención a los mensajes que das, y que no das, y la presión que ejerces. Sé explícito –y no vago– sobre la forma correcta de lograr los objetivos y metas. Haz evidente tu compromiso con el propósito de la empresa, alineando a todos tus colaboradores tras algo que trasciende sus necesidades individuales y que los inspira a tomar el camino correcto hacia el éxito.

Sé resiliente. Sé cuidadoso con los incentivos que pones, especialmente en los momentos de crisis. Asegúrate de premiar la capacidad creativa e innovadora de tus colaboradores, que se enorgullecen de sacar ventaja de lo que parecen ser situaciones imposibles, sin tomar “atajos”.