Andrés Guiulfo aterrizó en la industria de seguros casi de casualidad. Recibió la oferta de integrarse en el rubro en una visita fugaz a nuestro país y, aunque en ese momento hubiera querido quedarse otra temporada en EE.UU. (donde culminaba su maestría), decidió seguir su intuición. “Perú estaba creciendo a ritmos espectaculares y sentí que era hora de treparme al tren”. El hoy CEO de JLT Perú subraya la importancia de saber aprovechar las oportunidades y tomar riesgos.

¿Cuál fue su primer empleo?
Recuerdo que cuando salí del colegio, mi papá me advirtió que no me pagaría los gastos paralelos a la universidad, así que hablé con unos primos y una tía que tenían un restaurante. Fue mi primer trabajo formal: el de supervisor. Y, como tenía gente mayor a mi cargo, desde chico me tocó escuchar, dar instrucciones, etc.

¿Cómo definiría sus inicios en la industria?
Empecé en Rimac, donde pasé a liderar el equipo comercial. Yo pensaba que no tenía habilidades ni para vender un caramelo, pero mi entonces jefe consideraba lo contrario. Ahí la mayoría era mayor que yo, así que me veía como alguien más que venía a hablarles de gestión, valores agregados y estrategia.

¿De qué manera lidió con eso?
La duda que tenían era cómo les iba a generar valor si ellos conocían más a nivel técnico. Fue difícil al inicio, pero me fui ganando al equipo. El mensaje fue claro: no iba a enseñarles de seguros, iba a aprender de ellos, pero en el camino les daría todo el soporte para que la empresa pusiera a disposición las plataformas de servicio adecuadas, herramientas de negociación correctas, esquemas de incentivos para canales de distribución. Yo era el soporte, no al revés.

¿Qué aprendizajes destacaría?
Cuando uno es más joven tiende a buscar la perfección, pero con el tiempo uno se va dando cuenta de que lo perfecto es enemigo de lo bueno; a veces por conseguir lo perfecto dejas pasar oportunidades. La tendencia debiera ser tomar más decisiones acertadas que equivocadas, pero si siempre vas a pensar que todo tiene que ser perfecto matas los focos de innovación. Hay otros dos puntos.

¿En qué consisten?
La única manera de manejar a un equipo con conocimiento es escuchándolo, pidiéndole opiniones, entendiendo qué ve distinto. La diversidad hace que al final las empresas sean más ricas. Lo tercero es rodearse de buena gente. Un líder es mejor en función a sus equipos y los resultados que nos proveen.

¿Cómo es su estilo de liderazgo
Creo que se trata de ser un director de orquesta, cada uno tiene que tocar bien un instrumento y el conjunto hace que la firma haga melodía.

¿Es posible el balance?
Esta es una industria brutalmente agresiva: si te descuidas un instante puedes hasta perder un negocio. Hay adrenalina y hay que saber lidiar con el estrés. Si no eres resiliente, la industria te pasa por encima y te parte el espinazo.

¿Cómo logra desconectarse?
En este negocio no te puedes dar ese lujo. Pero hago espacio para la familia, y trato de hacer deporte todos los días: me levanto antes de las 5 a.m., ya sea para correr o nadar. Y ya luego de eso retorno con el chip totalmente limpio.

¿Ha participado en una maratón?
Lo máximo que he hecho ha sido media maratón, o sea, 21 km. Fue curioso: me tocó estar en Nueva York. Ahí unos amigos me dijeron que al día siguiente había una competición y acepté. Ellos habían entrenado cinco meses, pero no la terminaron, yo sí.

¿Cuál es su destino predilecto?
Me encanta la playa, pero muchos días me pasa de vueltas. Me sucedió en Bora Bora, al quinto día necesitaba hacer algo más, no se me ocurrió mejor cosa que nadar por las isla hasta que me topé con un grupo de rayas, tuve que darme media vuelta (risas).