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A pesar que se levantaron algunas restricciones durante el 2021, muchas instituciones de educación superior permanecieron cerradas, lo cual -según la quinta encuesta: Escuchando a los Niños del Milenio en Perú- tuvo un impacto significativo y desigual en la educación, especialmente para los estudiantes de hogares pobres.
Vanessa Rojas, investigadora de Grade, dijo a gestion.pe que los jóvenes que llevaron clases virtuales perciben con gran incertidumbre su futuro laboral. “Aunque son positivos en pensar que lograrán desenvolverse en su profesión -cuando hayan concluido sus estudios- saben también que conseguir empleo (formal) no es algo tan fácil en estos momentos”.
El estudio indica que una creciente brecha digital está limitando las posibilidades de éxito de los jóvenes en la educación y ampliando las desigualdades persistentes. El 35%de los jóvenes de 19-20 años que carecían de acceso digital habían abandonado la educación en octubre-diciembre del 2021, frente a solo el 10% entre quienes tenían acceso.
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Otro dato que mostró la encuesta es que el 51% de los estudiantes de 19-20 años informaron que la calidad de la enseñanza era peor que antes de la pandemia: 22% consideraban que era la misma; 7%, que había mejorado; y 19% no pudieron establecer una comparación.
“Como algunas escuelas y universidades siguen cerradas, y la enseñanza se sigue impartiendo mediante clases en línea, no sorprende que muchos jóvenes consideren que la calidad de la educación ha disminuido”, se precisa.
“La educación virtual que hemos impartido en el 2020 y en el 2021, es una educación virtual de emergencia, que no estaba diseñada para asegurar los aprendizajes de manera permanente. ¿Se están cumpliendo con estándares de calidad en este tipo de educación a distancia, cuáles son sus falencias y qué se está haciendo en relación a ellas en el nivel superior universitario y no universitario?”, cuestionó.
Y es que, si bien el acceso a una educación presencial no es la única forma de garantizar los aprendizajes, “pues la educación virtual a distancia de calidad también lo haría”, lo que recuerda la especialista es que en el Perú el paso de modalidad de una a otra “se realizó de manera abrupta y se ha ido aprendiendo en el camino”.
“No se trata de decir que una es mejor que la otra, ambas modalidades pueden tener pros y contras, pero ambas lo que deben asegurar, más allá del acceso es la calidad de los aprendizajes. Solo una minoría, la que tiene mayores recursos, es la única que tiene posibilidad de acceso a una educación de calidad”, señaló Rojas.
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Los más perjudicados
Al consultarle qué perfiles profesionales serían los más perjudicados, la investigadora de Grade indicó que es difícil determinarlo debido a la diversidad de educación superior que se imparte en el país (pública/privada, universitaria/técnica), y también por la diversidad de profesiones que se imparten, “hay profesiones en las que la presencialidad se hace más necesaria”.
“Lo que encontramos en las voces de las y los jóvenes que estaban concluyendo su educación superior técnica es que debido a la educación virtual no estaban teniendo prácticas o eran muy limitadas y ello, creían, les afectaría en su desempeño laboral”, comentó.
Así, por ejemplo, contó la situación de una estudiante que se preparó como fisioterapeuta, “cuando pudo realizar sus prácticas a finales del 2021 sentía que no había aprendido nada, que “estaba en cero” y que eso impactaba en su desempeño laboral pues sus empleadores le señalaban que le faltaba preparación”.
Para Rojas resulta importante preguntarse por los mecanismos que se vienen trabajando desde el Ministerio de Educación para asegurar la educación de calidad en esas instituciones. “Últimamente el plano de la discusión política se ha concentrado en la educación universitaria, lo cual es sin duda muy importante, pero ¿dónde queda la educación superior técnica? ¿la estamos mirando?”.
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