Me encuentro con Reny Morsch en la Real Academia de Arte Dramático, en el centro de Londres, donde estudia para diseñadora de cine y teatro. Viste de negro y se ha teñido el pelo rubio de un azul muy intenso.

Morsch es una de las cinco personas de mediana edad a las que Financial Times ha elegido por haber dado un giro a su carrera. El deslumbrante mundo del espectáculo en el que reina un caos organizado es la antítesis del entorno financiero en el que Morsch trabajó durante más de 30 años.

Morsch recuerda que cuando empezó su carrera en la banca, "era una sólida profesión, o al menos así lo pensaban mis padres". Primero trabajó en Fráncfort como operadora de divisas y después en la Bolsa alemana en Londres.Cuando termine su curso de posgrado en verano, Morsch se incorporará a un entorno mucho más creativo.

Cambiar la relativa seguridad que ofrecen un salario y un bonus al trabajo de freelance, mucho peor remunerado, es un gran salto. Además, con 51 años competirá con personas mucho más jóvenes.Aunque hay riesgos, Morsch ha pensado en todos y ha decidido dar el paso, una decisión que muchas personas de su anterior entorno envidian.

Quiere trasladar una afición que le apasionaba, el diseño de ropa, a su carrera profesional, y ha dejado de lado la típica sensación de parálisis que sufren las personas de su edad por no saber qué camino tomar. 

Requisito eficaz
Es probable que para mucha gente convertir una pasión en una profesión no sea la estrategia adecuada.

En el libro de Morten Hansen Genial en el Trabajo, el profesor de gestión asegura que "gurús de la autoayuda, empresarios y ejecutivos de recursos humanos hablan de los beneficios de cultivar una pasión, hasta el punto de que amar lo que se hace es el único requisito para obtener resultados".

La mayoría de la gente no recibe remuneración alguna por dedicarse a lo que más les gusta


Sin embargo, David Sobel, un experto en cambios de profesión, ha escrito sobre lo difícil que fue dejar su trabajo administrativo para seguir su sueño: convertirse en redactor. "Pensé que dejar mi trabajo a los 42 años era mi forma de reconocer el potencial que no había desarrollado". Cuatro años después, Sobel no se arrepiente del cambio, aunque cree que "hice demasiado caso a las tonterías de LinkedIn sobre la pasión".

Richard Alderson, fundador de Careershifters, una organización que ayuda a profesionales a dar un giro en su carrera, cree que "el mantra 'encuentra tu pasión' es muy peligroso y puede llevar a la gente a equivocarse".

Según explica Alderson, hay personas que no tienen una pasión, mientras que otras tienen demasiadas pero, en la mayoría de los casos, la gente no recibe remuneración alguna por practicar lo que más les gusta.

En opinión de Lucy Standing, que dirige ViewVo, una empresa que busca oportunidades de empleo entre gente de mediana edad, "las aficiones son una distracción del mundo real. Cuando se convierten en un empleo, se pierde la diversión".Muchos profesionales que se sienten atrapados en un despacho se desahogan con Standing y le cuentan que quieren dedicarse a la agricultura: "No se dan cuenta de que no hay suficiente mercado para todos y de que los salarios son muy bajos".

Afición y remuneración
Alderson dice que conviene buscar una actividad que nos guste y esté remunerada. Después habría que comprobar si la gente está dispuesta a pagar por el servicio que queremos ofrecer. Desarrollar una afición en paralelo a nuestro empleo puede ser la ruta de escape que nos lleve a un posible cambio de carrera. Standing también cree que "no se gana confianza imaginando cómo sería, sino acumulando experiencia".

Así ocurrió con Mary Byrne, excontable que abrió una tienda de objetos de cuero. Tras darse cuenta de que necesitaba más experiencia para hacer carrera, invirtió sus ahorros en una empresa de producción de artículos de cuero.

"Sus empleados me enseñan algunas técnicas que me son útiles, pero también me aseguro de que el negocio vaya bien", explica.No obstante, la gente de mediana edad que decide dar un giro a su vida puede encontrarse con cierta discriminación. Diane Favell, tutora del curso de Morsch, confía en el futuro de sus estudiantes más maduros.

"Suelen aprender rápido y la experiencia del pasado les sirve para adaptarse a los cambios", asegura Zoe Mogridge, directora de orientación profesional del Sotheby's Institute of Art, un colegio universitario privado."La experiencia vital es muy importante; si algo va mal, sé que no es el fin del mundo", añade Morsch.

Nicole Bray dio el salto a los treinta y tantos y pasó de trabajar en una agencia de publicidad a convertirse en comisaria de arte a través del Sotheby's Institute of Art. Rechazó un empleo de márketing en una casa de subastas. "Hay que ser honesto con uno mismo. No era lo que yo quería en ese momento", recuerda. Al final, decidió crear su propia empresa, Mercer Contemporary.

Por Emma Jacobs, Financial Times

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