Estimado Decano Pizarra,
En nombre del Consejo Administrativo de la Escuela de Negocios Gordon Gekko (GorGeBS), le escribo con una visión panorámica de nuestra amada institución. Hay buenas noticias pero también malas. En primer lugar, debemos felicitarlo. Bajo su liderazgo, GorGeBS ha vuelto a ser nombrada por The Economist como una de las 100 escuelas de negocios top del mundo.
La mala noticia es que nuestro merecido estatus está en peligro porque el modelo de negocio de nuestra escuela enfrenta cambios tectónicos. La demanda está hundiéndose; las postulaciones al programa MBA se han reducido una cuarta parte. En todo Estados Unidos, las postulaciones a escuelas de negocios han caído durante cinco años consecutivos. Hasta en Harvard, están 6% por debajo del año pasado.
Un motivo es la reducción del número de postulantes extranjeros, muchos de los cuales se han desanimado ante las políticas contra la inmigración del país. Pero antes de que se apresure en culpar a todos esos graduados de abogacía contratados por los ministerios, el principal factor es que estamos cobrando demasiado. Nuestro programa MBA cuesta cerca de dos veces más que hace una década, pero nadie cree que estemos brindando un servicio que valga el doble.
También estamos fallando en abordar la disrupción tecnológica. El tiempo que yo pasé en obtener mi grado MBA en nuestro frondoso campus, junto al manantial del río Rand, fueron dos de los mejores años de mi vida. Aun así, estoy comenzando a pensar que nuestra tenaz defensa de una estrategia de ladrillo y cemento es errónea. La educación gerencial online también puede suministrar liderazgo pensante de clase mundial.
Necesitamos mejorar nuestra tecnología de enseñanza. Nuestro currículum tiene que profundizar en las habilidades técnicas que los empleadores buscan.
Lo peor es que la relevancia de nuestro currículum está siendo puesta a prueba. Los estudiantes que hoy recorren nuestros sagrados salones no son los vigorosos capitalistas darwinianos que solían luchar por obtener sus títulos académicos en Negocios. Se hallan en un espacio mental muy distinto, exigiendo que vayamos más allá de nuestras tradicionales enseñanzas sobre la primacía del valor para los accionistas, a fin de incluir el valor para los stakeholders.
Para avanzar, necesitamos tres prioridades. Primero, tener los costos bajo control. En Stanford, el costo total de un MBA es US$ 232,000 —fuera de nuestras posibilidades—. El alojamiento de cinco estrellas, la cocina gourmet y otras comodidades están muy por encima de lo aceptable.
Lo mismo pasa con algunos de nuestros paquetes de contratación de profesores, aunque no nos hayamos dejado arrastrar como la Escuela de Negocios de la Universidad de Columbia, que como se reveló recientemente, pagaba más de US$ 420,000 anuales a un catedrático por tres clases al año y US$ 330,000 a profesores jóvenes que no eran permanentes. Pero esto es fácil de mejorar.
También debemos incorporar la tecnología. Algunas escuelas de negocios ofrecen programas híbridos que mezclan las habilidades blandas aprendidas en el campus con la comodidad de la educación digital. La Escuela de Negocios Questrom, de la Universidad de Boston, ha puesto toda la carne en el asador y ahora ofrece un MBA totalmente online por solo US$ 24,000. Si no nos adaptamos, nos almorzarán.
Y necesitamos mejorar nuestra tecnología de enseñanza. Nuestro currículum tiene que profundizar en las habilidades técnicas que los empleadores buscan, a fin de abordar la inteligencia artificial y la analítica de datos. No sorprende que las propias empresas estén educando por su cuenta. Accenture gasta US$ 1,000 millones en entrenar a su personal internamente; las gigantes de Silicon Valley gastan todavía más. Esas inversiones están canibalizando la educación ejecutiva, nuestra vaca lechera.
El reto más complicado es lidiar con las actitudes en contra del capitalismo. Como futuros CEO, nuestros alumnos deben saber manejar las conflictivas exigencias impuestas por una miríada de partes interesadas y, al mismo tiempo, cumplir sus obligaciones con los accionistas. El currículum ya no puede depender de estudios de casos unidimensionales. Necesitamos ser mejores en reproducir los escenarios que enfrentan los CEO, mediante el uso de entornos tridimensionales.
La amenaza es existencial. En los últimos cinco años, ha desaparecido cerca del 10% de los programas MBA a tiempo completo en Estados Unidos. De Florida a Iowa, las escuelas de negocios han dejado de ofrecer el título. Si queremos sobrevivir, ya no hablo de elevar GorGeBS al tope de los rankings, necesitamos comenzar a pensar con creatividad y encabezar la próxima revolución gerencial.
Juntémonos uno de estos días.