La bolsa neoyorquina cerró con resultados diversos tras una sesión en busca de rumbo. (Foto: AP)
La bolsa neoyorquina cerró con resultados diversos tras una sesión en busca de rumbo. (Foto: AP)

Washington.- Phil Angelides apunta con el dedo a muchos de los hombres más poderosos del mundo. Señala a ejecutivos que hicieron colapsar a la economía mundial, dejaron desesperados a millones de personas y generaron traumas que aún pesan en la política de Estados Unidos.

La ira de Angelides se dirige al ex secretario del Tesoro de Estados Unidos, al principal directivo de Citigroup, a ejecutivos de la centenaria firma de inversiones Merril Lynch y a los del gigante mundial de seguros AIG.

Todos ellos, según una comisión que indagó a fondo la crisis de 2008 y que presidió Angelides, debieron haber sido investigados. Hubo evidencias que sugieren que engañaron a inversores al exponerlos a inversiones tóxicas que estuvieron en el centro del desastre de Wall Street.

"Nadie que incurrió en esa conducta, que condonó esa conducta, que supervisó esa conducta, fue perseguido penal o civilmente", dijo Angelides a la AFP.

Después de 10 años y cientos de miles de millones en multas a bancos, quizás el mayor legado de la crisis es que nadie fue juzgado o enviado a la cárcel.

Fue como si los bancos "hubieran incurrido en masivas fechorías pero sin que aparentemente ningún banquero estuviera involucrado", dijo. "Creo que no hay dudas de que la falta de responsabilidades por la crisis financiera ha corroído la política del país", afirmó.

Un informe de 2016 del diario The Wall Street Journal, señaló que de 156 casos penales y civiles iniciados tras la crisis contra 10 de los mayores bancos de Wall Street, solo en el 19% se identificó a responsables y de ellos apenas uno en 47 era miembro de la dirección.

Las investigadores identificaron al ex secretario del tesoro Robert Rubin, que durante 10 años fue ejecutivo de Citigroup, actuando brevemente como presidente en funciones. Pero un representante de Rubin dijo a la AFP que nadie del departamento de Justicia lo contactó.

"Rubin se comportó apropiadamente siempre. Cualquier señalamiento en contrario es falso", dijo el vocero.

Los ex altos ejecutivos de AIG Martin Sullivan y Steven Bensinger, así como los de Merrill Lynch Stanley O'Neal y Jeffrey Edwards no respondieron a pedidos de comentarios.

Angelides dijo que se encontraron "claras evidencias" sobre funcionarios identificados en millones de páginas de documentos y cientos de entrevistas. Pero la comisión no tomó posición sobre si realmente esas personas eran culpables.

"El departamento de Justicia investigó y los halló responsables de fraude financiero", dijo un vocero en una declaración.

Encuestadores dicen que el desastre de 2008, el rescate de entidades y la falta juicios contra responsables, dejaron una marca en la psiquis nacional erosionando la confianza en el gobierno y dejando a los votantes polarizados y furiosos.

Washington movilizó billones de dólares para salvar a cada sector que generó la crisis. Pero fuera de Wall Street, el resto de Estados Unidos sufrió dramáticas penurias.

Los suicidios se dispararon mientras deudores perdían sus casas en todo el país. Unos 10 millones de estadounidenses quedaron sin trabajo.

En las recientes campañas electorales, candidatos de derecha e izquierda se acusaban mutuamente de vínculos con bancos de inversión, especialmente con Goldman Sachs.

A menudo con lenguaje racista y xenófobo, el presidente Donald Trump capitalizó electoralmente en la campaña de 2016 esa furia con promesas de alejar del poder a las élites del partido Demócrata y de recuperar empleos.

"La opinión pública estadounidense simplemente no confía en absoluto en la clase dirigente", dijo Chris Jackson, de la encuestadora Ipsos.

¿EEUU precisa un líder fuerte?

Dos tercios de los estadounidenses piensan que se precisa "un líder fuerte" para "sacarle el país a los ricos y poderosos", dijo Jackson.

Paul Pelletier, un ex fiscal que durante años persiguió a ejecutivos de AIG, dijo que colpasó la voluntad política de Washington para llevar ante la justicia a los responsables de los fraudes.

"Lo que no funcionó, es 100% una cuestión de competencia y coraje", dijo a la AFP.

En la crisis de préstamos y ahorros de fines de los 80 y en el escándalo Enron de comienzos del 2000, los fiscales tenían poder y recursos para arriesgarse a investigar y perseguir en todo el país a cientos de poderosos acusados.

Sin embargo un cambio en la conducción a comienzos de la era de Barack Obama sumado a varios casos que se frustraron en la Corte, hicieron que los funcionarios se preocuparan por evitar derrotas buscando grandes acuerdos con los demandados.

Los fiscales supieron que sus errores en la corte podían terminar con sus carreras, dijo Pelletier.

En los años posteriores a la crisis, las investigaciones a ejecutivos de Goldman Sachs y Lehman Brothers y a otras entidades quedaron en la nada.