La pesca artesanal en el Perú agrupa a cerca de 40,000 trabajadores dividos, principalmente, en dos grupos según la técnica que utilizan para obtener el recurso hidrobiológico.
Están quienes se dedican a la pesca con redes de cerco, vinculados más a especies como bonito, caballa y jurel, demandadas en los mercados; pero también están los pescadores que utilizan la pinta (cordel) y cortina, quienes capturan especies demandadas en los restaurantes como las chitas, los toyos, las cabrillas, pericos, entre otros.
"En estos momentos, con la emergencia que estamos viviendo, están pescando más los que se dedican a la pesca con redes de cerco, es decir los que traen bonito, caballa y jurel. Mientras tanto, el 70% de los que van a la pesca con cortina, pinta y extracción de mariscos están dejando de pescar por las restricciones y porque prácticamente ha desaparecido el mercado interno", señala José Luis Bernuy, presidente de la Asociación Nacional de Empresas Pesqueras Artesanales del Perú (ANEPAP)
Bernuy explica que el mercado limeño, el más grande consumidor del país, demanda cerca del 75% de toda la captura del norte del país desde Tumbes hasta Áncash. Así, toda la producción pesquera tiene como principal consumidor a los restaurantes y cevicherías, que representan el 35% de la demanda, y hoy están cerradas por la emergencia.
"La demanda se ha caído en más de un 50% en Lima. Todo no es jurel y caballa. Los restaurantes demandan la chita, la cabrilla, toyos, perico, mariscos, que tienen un poco más de valor. Sin embargo, nadie nos va a comprar porque todo está cerrado. Entonces los pescadores prefieren no salir", explica Bernuy.
-El comercio mayorista: los terminales pesqueros-
Con el sector de pescadores de pinta y cortina afectados por el cierre de los restaurantes y la nula demanda, el sector de los pescadores de redes de cerco aún buscan capturar caballa, jurel y bonito para abastecer la cadena de comercio en los mercados mayoristas.
Las capturas en el litoral del país se trasladan a los dos puntos principales de comercio mayorista de pescado fresco en la capital. Los terminales pesqueros de Ventanilla y Villa María.
A estos puntos acuden los comerciantes minoristas de los cientos de mercados de los distritos limeños para abastecerse y vender el pescado a las familias peruanas. ¿Pero qué está sucediendo hoy?
"Con las restricciones de tránsito, no hay minoristas que esten yendo a los dos terminales pesqueros de Ventanilla y Villa María. Por ejemplo, al pesquero de Ventanilla tienen que ir los comerciantes de Comas, Carabayllo, Independencia, Los Olivos, Callao. Entonces como no hay movilidad o es muy caro el transporte, eso hace que los comerciantes minoristas se retraigan de ir a adquirir", explica Bernuy.
Según explica el representante del sector pesquero artesanal, ambos terminales pesqueros limeños están trabajando por debajo del 50% de su capacidad y en la práctica están operando como mercados minoristas.
"Además, en los terminales regionales como Santa Rosa (Lambayeque), en Chimbote, el frigorífico de la Libertad -que representan poco volumen- están trabajando al 30% o 40% de su actividad normal. Incluso, se están registrando oleajes anómalos en el norte y muchos pescadores no están saliendo por ese problema", añade Bernuy.
Frente a la casi desaparición de la demanda interna de pescado y el cierre de los restaurantes, el sector de la pesca artesanal se encuentra duramente afectado pues en muchos casos, señala el presidente de la Anepap, los pescadores no han sido incluidos en las ayudas brindadas por el Ejecutivo.
“El pescador es independiente y tampoco hemos escuchado si se ha considerado a los pescadores en las subvenciones económicas. Nosotros esperamos que se reactive el mercado interno, pero tienen que hacerse una haber medidas inmediatas como considerar a los más de 40 mil pescadores artesanales en los planes del Gobierno”, señala José Luis Bernuy, de la Anepap.