(Bloomberg) El enclave de fondos de cobertura de Greenwich, en la Costa Dorada de Connecticut, está a unos 160 kilómetros y a un mundo de distancia de la capital del estado.

Pero la crisis fiscal en Hartford, el centro histórico del sector estadounidense de seguros, se está volviendo cada día más representativa del estado más rico de Estados Unidos que las mansiones o yates.

La ciudad se está acercando más que nunca al punto de ruptura y espera que el gobierno del conflictivo estado intervenga.

Puede parecer una locura que un lugar tan rico como Connecticut, que cuenta entre sus residentes a maestros de los fondos de cobertura como Ray Dalio y Steven A. Cohen y legiones de banqueros de Wall Street, pueda estar en problemas fiscales.

El año pasado, su ingreso per cápita fue de US$71.033, el más alto del país, según la Oficina de Análisis Económico de EE.UU.

A pesar de todo, las pensiones de los trabajadores estatales han carecido de suficiente financiación durante décadas. Los aumentos de impuestos dirigidos a cerrar los déficits han puesto presión sobre una economía que lucha por la pérdida de empleos financieros altamente pagados y ha quedado entre las pocas que aún no se recuperaron de la recesión.

El sector de los fondos de cobertura pasa por tiempos difíciles, han cerrado cerca de 1.060 de ellos en todo el mundo el año pasado.

UBS Group AG abandonó el piso de negociación más grande del mundo en Stamford después de la crisis financiera, y el Royal Bank of Scotland redujo su oficina allí. Los costos de las pensiones, la deuda y los servicios de salud continuaron creciendo.

"Hay un límite a cuánto se puede gravar y hay un límite a cuánto se puede recortar antes de dañar la viabilidad y el atractivo de la ciudad", dijo el alcalde Luke Bronin en mayo.

"En este momento, desde el punto de vista fiscal, tenemos una ciudad capital luchando con las manos atadas detrás de la espalda".

Ciudad de Mark TwainComo muchos otros gobiernos locales en todo el país, Hartford –la ciudad de Mark Twain y de John Pierpont Morgan en su juventud- ha estado lidiando con problemas presupuestarios durante años.

En el mismo día en que los legisladores de Illinois finalmente armaron un presupuesto que tenían pendiente desde hacía tiempo, Hartford contrató al bufete de abogados Greenberg Traurig LLP para evaluar sus opciones, que incluyen la quiebra.

Sería el primer municipio prominente de Estados Unidos en buscar protección contra sus acreedores desde que Detroit lo hizo en 2013.

En cuanto a Connecticut, se enfrenta a un déficit proyectado de dos años de US$5.000 millones que los legisladores no saben cómo cerrar, a pesar de que el nuevo año fiscal comenzó el 1º de julio.

En Hartford, los problemas se han ido acumulando durante un tiempo. Al igual que Puerto Rico, que se presentó en bancarrota por una cifra récord en mayo, o incluso Grecia, la ciudad llegó al límite de la manera habitual: lentamente, y luego en forma repentina.

La población disminuyó un 23 por ciento entre 1960 y 2000 y ha permanecido estancada desde entonces. Un tercio de sus residentes vive en la pobreza, una proporción mayor que en Baltimore o Newark.

De 2010 a 2014, el área metropolitana registró la quinta mayor disminución de empleadores del país, según Economic Innovation Group, una organización de políticas públicas con sede en Washington.

La ciudad podría renegociar sus contratos laborales y recortar la deuda y las pensiones en una quiebra, como lo ha hecho un puñado de ciudades desde que comenzó la recesión.

Pero necesitaría el consentimiento del gobernador para pedir el concurso de acreedores según el capítulo 9 de la Ley de Quiebras de EE.UU.