Los déficits presupuestarios de los gobiernos del mundo sumarán aproximadamente el 8.5% del PBI global este año, según las nuevas proyecciones del FMI. Eso equivale a más de US$ 7 billones de saldo negativo adicional. Sorprendentemente, puede que no sea suficiente.
Muchos economistas de tendencia ‘keynesiana’ son perturbados por las secuelas de la crisis financiera mundial, cuando la recuperación se vio debilitada por un giro prematuro hacia la cautela fiscal.
En aquel entonces, a los economistas les preocupaban los picos en las tasas de interés y el efecto corrosivo del endeudamiento excesivo, pero ahora ven las tasas bajas como una realidad y se preocupan por el efecto nocivo de gastar menos de lo previsto.
“Con las tasas de interés en mínimos históricos, lo más inteligente que podemos hacer es actuar en grande”, dijo Janet Yellen, la nueva secretaria del Tesoro de Estados Unidos.
La aritmética del déficit y el crecimiento es abrumadora. Supongamos que un país tuvo un déficit de US$ 1 billón en el 2020 y lo repite este año. ¿Cuánto agregaría esta enorme brecha fiscal al crecimiento económico en el 2021? La respuesta es cero, todo lo demás sigue igual. Para contribuir al crecimiento, el déficit no puede ser simplemente grande, debe ser mayor que el año anterior.
Pocos gobiernos superarán ese obstáculo. De las 21 economías que figuran en las previsiones del FMI, solo cinco derramarán más saldo negativo este año que el pasado (medidas en sus monedas locales, a precios constantes).
El resto sufrirá algún tipo de endurecimiento fiscal. El déficit presupuestario de la eurozona se reducirá en 2.5 puntos porcentuales; el de Japón, en 5.2 puntos. El endurecimiento será aún mayor en Brasil.
La consolidación fiscal sería bienvenida si reflejara la fortaleza de la reactivación económica. Pero aunque muchos países crecerán rápidamente este año, su recuperación no será completa. Una medida de esta imperfección es la brecha entre el nivel de producción que el FMI ahora prevé y lo que preveía antes del COVID-19. El PBI de Japón este año estará un 3.4% por debajo de las proyecciones prepandémicas del fondo para el 2021; el déficit para la zona del euro es de 6.1%.
En conjunto, la escala de endurecimiento y déficit del PBI revelan cuán expuesto está un país a la austeridad. El gráfico muestra qué países tienen la mayor necesidad de apoyo fiscal y la cantidad más drásticamente decreciente.
Es posible que algunas economías deban aceptar una dosis de austeridad para sofocar la inflación o preservar la estabilidad externa. Arabia Saudita tendrá que recortar su presupuesto si los precios del petróleo se mantienen en torno a los US$ 50; de lo contrario, los grandes déficits fiscales pueden presionar la paridad del riyal con el dólar.
Otros países se ven obstaculizados por altos niveles de deuda en moneda extranjera. En este caso, los gobiernos fiscalmente laxos pueden provocar un escape de la moneda o apoyarse en los bancos centrales para relajar la política monetaria, deprimiendo así el tipo de cambio.
Cualquiera de los dos resultados puede elevar la carga de la deuda en dólares a niveles insoportables. Pero la mayoría de los países del gráfico tienen una inflación baja, monedas flotantes y montos modestos de deuda externa. En Brasil, por ejemplo, la inflación subyacente está por debajo del 3% y la tasa de la deuda pública representa sólo el 6% del PBI.
El país más expuesto a la austeridad es Canadá. Previo a su presupuesto, el primer ministro, Justin Trudeau, ha instado a su ministro de Finanzas a “utilizar toda la potencia fiscal necesaria a corto plazo”, pero también a “preservar la ventaja fiscal de Canadá”, que presumiblemente incluye su codiciada calificación crediticia AAA. Su vecino del sur parece menos ambivalente.
El FMI calcula que el déficit de Estados Unidos se reducirá en 5.7 puntos porcentuales de acuerdo a la legislación actual. Pero si el Congreso aprueba otros US$ 1.1 billones de estímulo, como supuso Goldman Sachs, el déficit federal será casi tan grande este año como el año pasado, y el PBI estará rozando su nivel preCOVID. Estados Unidos tiene muchas ventajas fiscales. Su nuevo gobierno parece decidido a utilizarlas.