Cada vez se utilizan más recursos asegurando el deterioro medioambiental. El ser humano vive de una forma como si tuviera los tres cuartos de los recursos de la Tierra a su disposición, todo para acrecentar su bienestar.

Sin embargo, esto a su vez produce un deterioro medioambiental, ya que la contaminación producida va a un ritmo que no le da tiempo al ecosistema de regenerarse.

Los críticos del crecimiento abogan por una desaceleración global para salvar el planeta. La primera medida sería reducir el nivel de consumo, comprando solo lo indispensable.

Un elemento clave de este enfoque es la “revolución de la reparación”. Es decir, que las industrias deban generar productos que duren más tiempo y que puedan ser reparados, para así reducir la producción.

No obstante, este modelo no sería viable en países en desarrollo, porque sin crecimiento se quedarían pobres. La solución es una redistribución global.