Cambios en el Gabinete, pero mejor pensados

Redacción Gestión

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MEJOR CRITERIO. Dados los acontecimientos de las últimas semanas, al Gobierno no le queda otra salida que emprender un severo cambio en su composición, pese a que un Gabinete debe ser formado para permanecer más allá de un corto plazo. Los miembros del Poder Ejecutivo, y también sus adeptos, deben admitir que se está afrontando una crisis, quizá superior a la soportada cuando fue relegado Salomón Lerner de la PCM, porque ahora ha aumentado la sensación de que la inseguridad y el terrorismo han crecido a tal punto que han logrado inmovilizar a dos de los ministerios más importantes: Interior y Defensa.

Como ya habíamos advertido en un anterior editorial, se ha desencadenado esta situación, porque el presidente, quizá mal aconsejado, no ha seleccionado adecuadamente a sus colaboradores. Para lograrlo, el Ejecutivo debe señalar con claridad las características que se deben poseer para integrar un Gobierno que se ha puesto el propósito de lograr el crecimiento con inclusión.

Debe tener en cuenta que los desaciertos cometidos dañan los avances logrados, incrementan la desconfianza y, en consecuencia, llevan a que la población crea cada vez menos en una gestión que hasta ahora está respaldando, según dicen las encuestas.

La situación puede empeorar si el presidente no toma decisiones adecuadas en el momento oportuno. Postergar los cambios, esperando a que la crisis ceda o afloje, o a que la opinión pública se entretenga en cualquier otro problema, no hará más que demorar el estallido de una bomba que hará mucho más daño en el futuro que en el presente.

En esa línea, preguntamos por qué tendría que ser necesario someter a los ministros del Interior y Defensa a una interpelación en el Congreso, cuando es alta la probabilidad de que ese proceso acabe en la humillante censura de al menos uno de ellos.

Mientras tanto, el presidente de la República debería empezar la reconstrucción de su Gabinete ministerial, que ahora debe integrarlo con funcionarios que se adecúen a sus propósitos, y de esa manera evitar que los ministros asuman sus funciones durante un plazo tan corto, en el que no pueden desarrollar sus planes de trabajo como espera el país.

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