Neymar
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El Mundial de Fútbol de Rusia 2018 centra el interés internacional. Nada extraño si se tiene en cuenta que el 43% de la población global dice sentirse atraído por este deporte. Sin embargo, el valor de los patrocinios obtenido por el campeonato ha retrocedido en relación con la cita del 2014.

En concreto, las previsiones apuntan a un descenso de los ingresos por este concepto cercano a los US$ 180 millones (unos 155 millones de euros), según Nielsen Sports. Fuentes de la FIFA indican que el ciclo que engloba desde el 2015 al 2018 ha sido “el más duro de vender” en comparación con las competiciones anteriores, aunque la entrada de nuevos patrocinadores, incluido un importante número procedente de China, “ha ayudado a la organización a vadear la tormenta”.

La firma también indica en el informe World Football Report 2018 que la valoración de los patrocinios de la Copa ha sufrido altibajos en las dos últimas décadas, por lo que, después del pico alcanzado en la última edición, el retroceso era esperado. Los números cantan. En la edición del 2014, disputada en Brasil, la entrada de dinero procedente de los patrocinadores alcanzó los US$ 1,629 millones, según la organización futbolística, mientras que para Rusia las previsiones apuntan hacia un ingreso de US$ 1,450 millones. Si bien es cierto que esta última cifra es una previsión, el descenso es reseñable. La explicación apunta a las razones geográficas. La gran mayoría de los patrocinadores proviene de Europa, Norteamérica y Asia. En la cita sudafricana del 2010 se incorporaron firmas de esta región, que sumaron el 8% de los acuerdos, así como un 35% de compañías sudamericanas en el último torneo. Ninguno de los dos continentes ha aportado empresas en la actual edición.

Irrupción de firmas chinas

El documento destaca la importancia que han adquirido en Rusia los anunciantes asiáticos, que ya acumulan el 39% de los acuerdos, por el 44% de los europeos y el 17% de los norteamericanos. El desembarco de firmas chinas, cataríes o rusas ha servido para tapar los agujeros creados tras la salida de anunciantes históricos como Continental, Johnson & Johnson o Castrol, que abandonaron el fútbol tras los escándalos de corrupción destapados en el 2015.

Ahora, China ha ganado protagonismo con el conglomerado Wanda a la cabeza, uno de los siete socios principales del torneo, mientras que en el segundo escalón de patrocinadores, formado por cinco mecenas, sitúa otras tres firmas: el fabricante de teléfonos Vivo, el de electrodomésticos Hisense y la láctea Mengniu.

Nielsen destaca el esfuerzo gubernamental chino por implementar el fútbol en su país, con la esperanza puesta en organizar un Mundial en próximas fechas. Por ello, el desembarco de sus firmas se incluye en el contexto de un plan a largo plazo para acoger el evento. Pese al descenso en los beneficios, la salud del fútbol es envidiable. A inicios de siglo los ingresos por patrocinios rondaban los US$ 600 millones, por lo que en 20 años se han duplicado con creces.

En cuanto a la subasta de los derechos televisivos, Nielsen destaca que se ha triplicado el beneficio desde inicios de siglo, ya que está presupuestado alcanzar US$ 3,000 millones para el actual campeonato.

Para la próxima cita, en Qatar, se espera el desembarco de firmas de Oriente Próximo, que optarán por dar visibilidad a sus marcas en el primer Mundial que se celebrará en esta región.