El número de migrantes que atraviesan una de las selvas más peligrosas del mundo para llegar a Estados Unidos se ha multiplicado casi por 20 desde principios de año, desbordando las ciudades a lo largo de la ruta y amenazando con agravar la crisis en la frontera sur de EE.UU.
Más de 19,000 migrantes llegaron caminando a Panamá desde Colombia el mes pasado, frente a los 1,007 de enero, según el Ministerio de Relaciones Exteriores de Panamá. Provenían de más de 30 países, desde Bangladesh hasta Sierra Leona, pero el mayor número correspondía a haitianos y cubanos.
El flujo de personas exhaustas y hambrientas que salen de la selva tropical del sur de Panamá suele disminuir en esta época del año, ya que las fuertes lluvias hacen que la ruta sea aún más peligrosa. Sin embargo, el números de personas se disparó, según señaló la ministra de Relaciones Exteriores de Panamá, Erika Mouynes.
“Es, en condiciones normales, uno de los lugares más lluviosos del mundo. Y cuando se agrega la temporada de lluvias, es extremadamente fangoso y muy difícil”, dijo Mouynes el lunes en una entrevista. “Pensábamos que estas cifras iban a bajar. No ha sido así”.
Mouynes entabló conversaciones de emergencia el 11 de julio con representantes de Estados Unidos, Ecuador, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica y México, para tratar de frenar el flujo. Dijo que es la primera vez que estos países mantienen conversaciones a nivel ministerial para abordar el tema.
Gran parte del actual aumento corresponde a haitianos que dejaron su país hace años y habían estado trabajando en Chile hasta que un cambio en la ley que entró en vigencia en abril les dificultó permanecer en el país. Otros haitianos habían estado viviendo en Brasil, y más de 1,600 de los que cruzaron el mes pasado eran menores de edad nacidos de padres haitianos en Chile o Brasil, según la agencia de migración de Panamá.
Incluso antes de eso, la migración había seguido una tendencia al alza a medida que se suavizaban las restricciones a los viajes en todo el mundo, y la pandemia provocaba un aumento de la pobreza en los países en desarrollo.
Panamá quiere que algunos de sus vecinos del sur cierren un vacío jurídico que permite a personas de todo el mundo llegar a Estados Unidos a través de países sudamericanos que no exigen visa.
Migrantes de lugares tan lejanos como Uzbekistán, Angola y Egipto vuelan a la región y luego se dirigen al norte de Colombia. Allí se acaban las carreteras, y deben continuar el viaje durante seis o siete días a pie por la tierra de nadie conocida como el Tapón de Darién, uno de los lugares más mortíferos del planeta, donde pueden morir de hambre, ahogarse en un río, ser atacados por animales salvajes o ser asaltados o violados por otros migrantes.
Frente Unido
Naciones como Panamá, Colombia y Costa Rica, que solo son países de tránsito, están tratando de formar un “frente unido” para pedir a sus vecinos que ayuden a controlar mejor el flujo, señaló Mouynes. Las autoridades colombianas dijeron la semana pasada que hay más de 10.000 migrantes en el pequeño pueblo de Necoclí, una de las últimas paradas antes del Tapón de Darién.
Colombia ya estaba lidiando con otra crisis migratoria por la llegada de 2 millones de venezolanos en los últimos años.
Panamá tiene actualmente alrededor de 3,000 migrantes que viven temporalmente en campamentos, a los que se les proporcionará transporte gratuito a Costa Rica, el próximo país en la ruta hacia EE. UU. Pero es difícil para Panamá planificar cuando el número de migrantes puede fluctuar de 16 un día a 1,500 al día siguiente, y cuando pueden aparecer en pueblos pequeños a cualquier hora del día o de la noche, dijo Mouynes.
Menos del 1% de los migrantes que llegan a Panamá a pie buscan asilo, señaló. Casi todos quieren continuar hacia el norte para finalmente llegar a EE. UU.
La migración se ha convertido en uno de los mayores problemas políticos para la Administración del presidente estadounidense, Joe Biden, y el aumento a través de Panamá se suma al de Guatemala, El Salvador y Honduras este año. La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE.UU. encontró a 210,000 inmigrantes indocumentados el mes pasado, la mayor cifra en más de dos décadas, según la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos, que estudia los derechos humanos en la región.