Un visitante se toma una selfie en el parque temático Universal Studios el primer día de reapertura de la pandemia de coronavirus, el 5 de junio de 2020, en Orlando, Florida. (Foto de Gregg Newton / AFP)
Un visitante se toma una selfie en el parque temático Universal Studios el primer día de reapertura de la pandemia de coronavirus, el 5 de junio de 2020, en Orlando, Florida. (Foto de Gregg Newton / AFP)

Como cualquier arquitecto, Gabriela Lander tiene el reto de diseñar estructuras seguras, pero además debe garantizar que se puedan inundar, incendiar y ofrecer experiencias inmersivas, algunas con velocidades extremas, a los visitantes del parque temático , en , como dice en una entrevista con EFE.

De origen venezolano y directora de Diseño de Instalaciones de Universal Orlando Resort, la experta cuenta que tiene a cargo los edificios que albergan las atracciones, entre ellas algunas con “maniobras muy avanzadas” como la montaña rusa VelociCoaster.

Lander explica que esta atracción de Islands of Adventure tiene dos lanzamientos trepidantes de alta velocidad “muy únicos”, uno de los cuales alcanza unos 112 kilómetros (70 millas) por hora en menos de dos segundos y medio, y ofrece una sensación de 12 segundos de ingravidez.

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Sin embargo, dice, la emoción física debe estar acompañada de un ambiente que narra una historia cinematográfica, en este caso la de Jurassic World.

Es un desafío arquitectónico enorme porque son historias que están llenas de fantasías que deben hacerse realidad para el público, asegura.

En VelociCoaster los visitantes sienten la persecución de los dinosaurios, e incluso su respiración, como parte de una experiencia que comienza en la misma fila con un entorno de rocas y varios de estos grandes ejemplares haciendo ruidos, gestos y miradas amenazantes.

“La idea es transportar a los visitantes a un entorno dinámico inspirado en las películas”, indica.

“Todos los movimientos de la montaña rusa, las piruetas, son una reacción tecnológica a la historia” de estas enormes criaturas que buscan “agarrar” al pasajero.

Lander cuenta que el diseño comienza con una lluvia de ideas que es sobrecogedora porque son los creadores de la puesta cinematográfica, junto con un equipo multidisciplinario, los que empiezan a idear las atracciones que ella tiene que hacer realidad, de forma además segura y cumpliendo las normas de construcción.

“Son muchas las disciplinas que tienes que integrar. Tienes desde los cineastas, los escritores, los productores, la parte más técnica, los ingenieros, las compañías que de hecho diseñan los detalles y construyen las montañas rusas en sí”, indica.

Agrega que lo más difícil es justamente la integración de todas esas disciplinas, un trabajo que lleva años.

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EL SUEÑO DE INVENTAR

Nacida en pero llevada cuando era muy pequeña a la ciudad de Maracay () cuando sus padres regresaron a su país, recuerda que desde niña quería ser inventora y con los años arquitecta porque le “gustaba montar casas”.

Pero al mismo tiempo cuenta que le gustaba “desarrollar historias y personajes”.

A Lander le corresponde en Universal integrar las nuevas atracciones a un parque ya existente y estar a cargo de los planes maestros para la construcción no sólo de la atracción sino de todos los servicios asociados, un trabajo creativo que quería hacer desde su primera visita a estos parques del centro de Florida cuando era una quinceañera.

“Cuando yo entré por primera vez a Universal pensé ‘Eso es lo que yo quiero hacer’”, recuerda.

Con los ojos puestos en esa meta, la hispana regresó a Estados Unidos a aprender el idioma inglés, homologó los estudios de arquitectura que había hecho en la Universidad Simón Bolívar de Venezuela, se mudó después a Orlando y buscó trabajar con alguna empresa que prestara servicios a Universal.

“Es un sueño realizado”, expresa Lander, quien desde hace nueve años trabaja para los parques temáticos de Universal.

Explicó que su papel es asegurarse que los edificios no solamente “cumplan código, sino que estén equipados con todo lo necesario para surtir y alimentar al show”.

Dice con ironía que mientras los arquitectos comerciales deben evitar que a las instalaciones “les entre agua o agarren fuego”, ella tiene que hacer en cierta forma lo contrario.

“En esta industria como arquitecto yo tengo que diseñar y proveer una instalación no solamente que no le entre agua, es que la inundamos a propósito. No es que no agarre fuegos, es que le metemos fuego a propósito”, detalla.

“Es fascinante”, indica Lander.

Subraya que su mayor satisfacción es lograr que los visitantes se desconecten de su día a día y “se sumerjan en estos mundos que les estamos creando”.

Fuente: EFE