El mes pasado, un editor de “The Wall Street Journal” pidió en una sala llena de máximos ejecutivos que levantaran la mano si el recorte del impuesto coporativos que está en evaluación en el Congreso los llevaría a invertir más. Muy pocos levantaron la mano. Entre los asistentes estaba Gary Cohn, asesor económico del presidente Donald Trump y amigo mío. Él preguntó: "¿Por qué no hay más manos arriba?"

Permítanme responder eso: porque no necesitan el dinero.

Las corporaciones tienen una cantidad récord de reservas de efectivo: casi US$ 2.3 billones. Esa cifra ha estado aumentando constantemente desde que terminó la recesión en el 2009, y ahora es el doble de lo que era en el 2001. La razón por la que los máximos ejecutivos no invierten más de sus activos líquidos tiene poco que ver con la tasa impositiva.

Los máximos ejecutivos no están esperando un recorte de impuestos para "reactivar la economía", una de las frases favoritas de los políticos que nunca han dirigido una empresa, ni para hacer aumentos. Es pura fantasía pensar que la reforma fiscal generará salarios y crecimiento significativamente más altos, como han prometido los republicanos. Si el Congreso hubiera escuchado realmente a los ejecutivos o economistas que estudian estos temas cuidadosamente, podría haberse dado cuenta de este hecho.

En lugar de eso, el Congreso hizo lo que siempre hace: poner la política primero. Después de pasar los primeros nueve meses del año tratando de aprobar una derogación de Obamacare sin llevar a cabo audiencias, escuchar análisis independientes o buscar opiniones de los demócratas, los republicanos adoptaron el mismo enfoque para la "reforma" impositiva, y se nota.

El Departamento del Tesoro afirmó tener más de 100 empleados profesionales "trabajando día y noche" para analizar el recorte tributario. Si es cierto, su arduo trabajo debe de haber sido suprimido. El débil análisis de una sola página que divulgó el Tesoro, donde acepta las proyecciones económicas de la Casa Blanca que desafían la realidad a fin de afirmar que los recortes tributarios se pagarán por sí mismos y mucho más, es un documento con motivaciones políticas que equivale a negligencia económica. Lo mismo ocurre con el proyecto de ley en sí.

Los mayores desafíos económicos que enfrentamos son una crisis de habilidades que nuestras escuelas públicas no están abordando, una infraestructura que se derrumba y que pone en peligro nuestra competitividad global, un estancamiento salarial combinado con una creciente desigualdad de la riqueza y un aumento del déficit que empeorará a medida que se jubilen más "baby boomers".

La reforma fiscal no hace nada para enfrentar estos desafíos. De hecho, empeora cada uno de ellos.

EDUCACIÓN: El proyecto de ley, al limitar la deducción para impuestos estatales y locales, dificultará la recaudación de dinero por parte de las localidades para destinar a educación. La carga será más pesada para las ciudades con estudiantes pobres, lo que hará más difícil que millones de niños salgan de la pobreza y dejará a más y más empresas con menos candidatos calificados.

INFRAESTRUCTURA: La restricción de las deducciones fiscales estatales y locales también significará una menor inversión local para infraestructura y, al aumentar los déficits, la ley limitará el gasto de infraestructura federal. Nuestros aeropuertos, ferrocarriles y carreteras tienen una necesidad desesperada de modernización, y nuestras redes de energía eléctrica son vulnerables e ineficientes. Sin embargo, el gasto en esas y otras necesidades, que actúa como un catalizador para la inversión privada, se volverá más difícil.

DESIGUALDAD: Si el Congreso hubiera querido aumentar los salarios reales y recompensar el trabajo, existe una manera simple y comprobada de hacerlo: ampliar el crédito por ingreso del trabajo (EITC, por sus siglas en inglés). En cambio, parece creer que tasas más bajas del impuesto de sociedades derivarán mágicamente en salarios más altos, lo que en esencia malinterpreta la forma en que funcionan los mercados laborales.

Además, al eliminar el requisito de que las personas compren un seguro médico, muchas personas jóvenes y sanas abandonarán el mercado, lo que hará que aumenten las primas de los seguros de salud para todos los demás. Esto no es más que un aumento solapado de impuestos en la salud para millones de familias de clase media que los dejarán con menos ingresos disponibles para ahorro, inversión y gasto.

DÉFICIT: El costo del proyecto de ley, de entre US$1 billón y US$ 1.5 billones, hace que sea más difícil para los contribuyentes permitirse Medicare y Seguridad Social para la generación de los "baby boomers", que ahora está llegando a su jubilación. Los republicanos no abordaron esos costos. En cambio, dejaron la solución de este problema para el futuro. Ignorar el precio del proyecto de ley tributario, o fingir que no debemos preocuparnos por los déficits, es como ignorar el cambio climático o pretender que no tenemos que preocuparnos por sus efectos. Una cosa sí puedo decir sobre los republicanos en el Congreso: son coherentes.

En efecto, el proyecto de ley tributaria logra cuatro cosas principales:

Se lleva dinero de las escuelas y los estudiantes. Restringe nuestra capacidad de invertir en infraestructura. No hace nada para aumentar los salarios reales al tiempo que encarece el seguro de salud. Hace que sea más difícil controlar los costos de Medicare y la Seguridad Social sin recortar los gastos de defensa o de otro tipo o aumentar aún más el déficit.

¿Con qué propósito? Otorgar a las corporaciones grandes recortes tributarios que no necesitan, al tiempo que se reduce la tasa impositiva pagada por quienes estamos en el grupo más alto, y permitir que los ricos protejan más de su patrimonio.

Para ser claros, estoy a favor de reducir la tasa de impuesto a las sociedades del 35% como parte de una iniciativa de reforma tributaria neutra para los ingresos. En este momento, el código corporativo es tan intrincado, y las tasas son tan altas en relación con otras naciones (creando así un incentivo para mantener las ganancias en el extranjero), que las tasas reales que pagan las empresas pueden ser muy divergentes.

Esto no es justo ni eficiente. La eliminación de lagunas legales y el freno a los beneficios que las empresas mantienen en el extranjero puede y debe hacerse en una reforma del código tributario neutra para los ingresos.

Los republicanos en el Congreso tendrán que asumir la responsabilidad de los efectos nocivos del proyecto de ley, pero la culpa también recae en su animador en jefe, el presidente Trump. El trabajo de un presidente es lograr que los dos partidos en el Congreso trabajen juntos. Sin embargo, Trump está cometiendo el mismo error que cometió Barack Obama en sus primeros dos años en el cargo: creer que la mayoría de su partido en el Congreso le da licencia para gobernar sin el otro lado.

La reforma fiscal es un error económicamente indefendible que perjudicará nuestro futuro. Los republicanos en el Congreso que seguramente deben saberlo, y que se han ido en contra de los líderes del partido antes, deberían votar no.

Michael R. Bloomberg, exalcalde de la ciudad de Nueva York, es el fundador y propietario mayoritario de Bloomberg LP, la empresa matriz de Bloomberg News. Es el enviado especial del secretario general de la ONU para las ciudades y el cambio climático.