La fábrica en China produce más de mil vehículos al mes. (Foto referencial: Shutterstock)
La fábrica en China produce más de mil vehículos al mes. (Foto referencial: Shutterstock)

Shanghái. Elon Musk, el excéntrico presidente de Tesla, presentó este martes a clientes chinos los primeros vehículos eléctricos fabricados en su planta de Shanghái inaugurada el año pasado, la única del grupo en funcionamiento fuera de Estados Unidos.

Los primeros automóviles allí construidos fueron entregados en diciembre a algunos empleados que los habían encargado, pero ningún cliente ordinario había recibido ninguno hasta la fecha.

Para la ocasión, Elon Musk, sonriente, intentó improvisar algunos pasos de baile frente a una pantalla gigante en la que se presentaba el Model 3, el vehículo de baja gama del grupo. Su precio de salida de fábrica es de 299,000 yuanes (38,500 euros).

La fábrica de Shanghái, que vio la luz en enero de 2019, produce más de un millar de vehículos a la semana pero Tesla espera construir el doble el año que viene, pese a que el mercado del automóvil chino esté en declive.

“Seguiremos invirtiendo y aumentando esta inversión en China”, afirmó Elon Musk ante el público.

El empresario de 48 años prometió, además, un centro de ingeniería en China para diseñar localmente un vehículo destinado al mercado mundial. Sin embargo, no informó de ninguna agenda detallada al respecto.

En principio, la planta gigante de Shanghái debería permitirle a la empresa estadounidense eludir los efectos de la feroz guerra comercial que libran Washington y Pekín, fabricando los vehículos localmente, en lugar de importarlos.

Tesla posee la totalidad de la fábrica de Shanghái y se benefició de una nueva legislación china, según la cual Pekín eliminó la obligación de que los constructores extranjeros se tengan que aliar con una empresa local para fabricar vehículos eléctricos o híbridos.

Sin embargo, las ventas del primer mercado del automóvil del mundo se han hundido desde 2018, incluyendo las del prometedor sector de los autos eléctricos, en un contexto de desaceleración económica y de tensiones comerciales con Estados Unidos.

En un ambiente económico ralentizado, los principales fabricantes de automóviles se vieron obligados a bajar los precios.

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