Trabajadores comunales llevan bolsas con cadáveres en la ciudad de Bucha, cerca de Kiev, el 3 de abril de 2022. (SERGEI SUPINSKY / AFP).
Trabajadores comunales llevan bolsas con cadáveres en la ciudad de Bucha, cerca de Kiev, el 3 de abril de 2022. (SERGEI SUPINSKY / AFP).

“Justo delante de mis ojos, dispararon a un hombre que iba a buscar comida al supermercado”. En Bucha, Olena explica cómo fuerzas rusas “crueles”, diferentes a las tropas regulares, sembraron el terror en la localidad.

Situada 30 km al noroeste del centro de Kiev, la localidad estuvo ocupada por el ejército invasor desde el 27 de febrero y quedó inaccesible durante más de un mes.

Los bombardeos pararon el 31 de marzo y las fuerzas ucranianas no pudieron acceder por completo hasta hace unos días.

Durante todo el mes de ocupación por parte de las fuerzas Rusia, Olena, que no quiere dar su apellido, se refugió con sus hijos de siete y nueve años en los sótanos sin electricidad de un edificio de cuatro plantas de viviendas sociales, en compañía de otros habitantes que se quedaron allí.

“No había ejército ucraniano en el pueblo, solo la defensa territorial, compuesta principalmente de guardias de empresas locales, sin armas. Y después huyeron” cuando llegaron los rusos, explica esta mujer de 43 años, habladora y con una voz potente.

“Al principio, había sobre todo jóvenes soldados [rusos]. Después, dos semanas más tarde, hubo otros. Más mayores, tenían más de 40 años. Eran crueles. Maltrataron a todo el mundo. Y es entonces cuando empezaron las masacres”, añade antes de interrumpir su discurso, pensativa y con el rostro sombrío.

Rusia negó “categóricamente” todas las acusaciones vinculadas al descubrimiendo de numerosos cadáveres de civiles en este municipio.

“Cadáveres sobre la sangre”

Según Olena, los hombres más curtidos “estaban muy bien equipados, llevaban uniformes de colores negro y verde oscuro”, distintos a los del ejército regular.

“Había buenos chicos entre los soldados rusos y había hombres muy rudos, sobre todo oficiales del FSB”, los servicios de seguridad rusos, afirma Olena, con un gorro rojo, una chaqueta de forro polar y pantalones y calzado deportivos.

“Me acerqué a los soldados para preguntarles con qué debía alimentar a mis niños. Y ellos nos dieron raciones y comida. Fueron ellos quienes nos dijeron que era el FSB quien nos prohibía desplazarnos, que eran fuerzas especiales muy violentas. Eran rusos quienes decían esto de los rusos”.

“Yo misma vi cómo disparaban sobre la gente. Justo delante de mis ojos, dispararon a un hombre que iba a buscar comida al supermercado”, afirma.

Solo las mujeres podían ir a buscar agua o comida. Los hombres tenían prohibido salir a la calle y tenían que quedarse en casa.

“Nuestros vecinos salieron para ir a tirar la basura. Era alrededor de las 17:00, eran dos hombres y una mujer. Uno de los hombres había servido en el ejército. No volvieron. Fueron encontrados por unas mujeres de nuestro edificio al ir a buscar leña en el patio de una casa. Los cadáveres estaban tendidos sobre la sangre en el suelo, con marcas de balas”, explica.

“Cuando los agentes del FSB llegaron, nos preguntaron: ‘¿Por qué no os habéis marchado?’ Yo les dije que vivo aquí hace 43 años, con una vida tranquila. ¿Ir adónde? Entonces, nos empezaron a tratar de traidores porque no habíamos marchado”.

El sábado, la AFP vio en las calles de Bucha los cadáveres de al menos 22 personas con ropa civil. Una de ellas estaba tendida cerca de una bicicleta y otra tenía bolsas con provisiones al lado. Un cadáver tenía las manos atadas en la espalda.

“Fosas comunes”

El lunes, los cuerpos de cinco hombres, también con las manos atadas, fueron hallados en el sótano de una clínica para niños, anunció la fiscalía general ucraniana.

Según el alcalde de Bucha, Anatoly Fedoruk, 280 personas fueron enterradas estos últimos días en “fosas comunes” dado el elevado número de fallecidos.

En el centro del municipio, el lunes todavía podía verse una calle repleta de una veintena de carrocerías destrozadas de vehículos de transporte de tropas, camiones cisterna y blindados ligeros rusos, algunos ya oxidados, en medio de casas destrozadas.

La columna probablemente fue objetivo de bombardeos ucranianos poco después de la llegada de los rusos a la localidad a finales de febrero.

En los jardines, todavía se veía algunas zonas con la tierra y la hierba removida, con casquillos de obuses desperdigados alrededor, más o menos alineados los unos contra los otros, dejando intuir que había instalada artillería para atacar la región de Kiev.

El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, aseguró el lunes que había señales de “falsificación de video” y de “desinformaciones” en las imágenes presentadas por las autoridades ucranianas. “A juzgar por lo que hemos visto, no podemos fiarnos de estas imágenes de video”, dijo.