Desde 1993 Alemania ha tenido un déficit en la balanza comercial con Rusia, si se exceptúa el año 2020, cuando hubo una fuerte caída en los precios del gas y del petróleo, que representan un 59% de las importaciones alemanes desde ese país. (Foto: iStock)
Desde 1993 Alemania ha tenido un déficit en la balanza comercial con Rusia, si se exceptúa el año 2020, cuando hubo una fuerte caída en los precios del gas y del petróleo, que representan un 59% de las importaciones alemanes desde ese país. (Foto: iStock)

Las intensas relaciones económicas de Alemania con Rusia ya permiten prever un fuerte impacto de las sanciones en la principal potencia europea, especialmente en el ámbito energético, aunque también ponen en peligro inversiones empresariales y exportaciones.

Rusia representa el 2.3% del comercio exterior alemán y según la Oficina Federal de Estadística (Destatis) en el 2021 las importaciones alemanas desde Rusia crecieron 54.2% -ante todo por el aumento de los precios del gas- para alcanzar los 33,100 millones de euros.

Las exportaciones crecieron 15.4% para llegar a los 26,600 millones de euros.

Desde 1993 Alemania ha tenido un déficit en la balanza comercial con Rusia, si se exceptúa el año 2020, cuando hubo una fuerte caída en los precios del gas y del petróleo, que representan un 59% de las importaciones alemanes desde ese país.

Según el economista Volker Nitsch, profesor de la Universidad Técnica de Darmstadt, los efectos que puedan tener las sanciones sobre la economía alemana no pueden cuantificarse seriamente de momento.

“Los efectos serán el resultado de las restricciones concretas que se han impuesto, de la gran incertidumbre que existe y las probables medidas en contra de Rusia”, dijo Nitsch.

“Las repercusiones pueden variar mucho de sector a sector. Ante todo las grandes empresas podrán tener recursos para esquivarlas” admitió.

Alemania fue uno de los países que dentro de la Unión Europea (UE) se ha mostrado más reticente a restringir el acceso de bancos rusos al sistema internacional de transmisiones conocido como Swift.

Y es que una exclusión completa hubiera podido conducir a un colapso total del comercio -los importadores no hubieran podido pagar sus facturas y los exportadores no hubieran podido cobrarlas.

La solución a la que se llegó permitirá mantener, al menos en teoría, cierto flujo comercial, lo que era clave para Alemania ante todo en lo relativo al sector energético.

“Alemania quiere que ante todo las importaciones de materias primas de Rusia sigan siendo posibles”, explicó Nimtsch. El tema central es el gas y, en menor medida, el carbón y el petróleo.

Sin embargo, y pese a la fórmula que se encontró con respecto al Swift, Jonathan Hackenbroich, del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, sostiene que Alemania se está preparando para un posible corte en las relaciones con Rusia en el sector energético.

Hackenbroich sostiene que la sanción más dura contra Rusia no está relacionada con el Swift sino con las restricciones al Banco Central, que se verá en dificultades para contener la inflación y el pánico de los ciudadanos ante la caída del rublo.

Las sanciones relacionadas con el Swift, según Hackenbroich, aumentan la presión y son una señal política importante.

“Europa se está preparando para una guerra económica a largo plazo. La decisión de Alemania de apoyar las sanciones al Banco Central significa que cuenta con la posibilidad de un corte del suministro energético por parte de Rusia”, señaló Hackenbroich.

Según un estudio del Instituto de Economía Mundial de Kiel (IfW), si se exceptúan las importaciones de gas, donde hay cierto grado de dependencia alemana, Rusia no tiene un papel determinante ni en las importaciones ni en las exportaciones.

El mismo estudio señala que la dependencia con respecto al gas es mutua puesto que Rusia no puede abrir a corto plazo otros mercados, aunque está haciendo esfuerzos en ese sentido.

Por otra parte, está claro que, al margen de lo que ocurra con el suministro de gas, algunas empresas alemanas se verán afectadas y el ministro de Economía, Robert Habeck, ha dicho que recibirán ayudas similares a las que percibieron las que se han visto golpeadas por las repercusiones de la pandemia.

Concretamente, las empresas que invirtieron en el gasoducto Nord Stream II, que debería transportar gas desde Rusia hasta Alemania a través del Báltico y cuya puesta en funcionamiento ha sido paralizada, pueden haber perdido su inversión.

También las empresas que tienen inversiones en Rusia o aquellas para las que el mercado ruso es importante -como los fabricantes de automóviles- pueden verse afectadas en mayor o menor medida.

“A corto plazo las consecuencias serán drásticas porque en algunos sectores no habrá solo restricciones sino una interrupción completa de los negocios”, admitió el presidente de la patronal, la Confederación de la Industria Alemana (BDI), Siegfried Russwurm.

Sin embargo, Russwurm reconoció que todavía es pronto para adelantar cuáles serán las consecuencias a largo plazo para las empresas alemanas.