La realidad de la industria del cannabis está lejos de las proyecciones del Gobierno, de que la cuarta economía de América Latina tiene potencial para exportar unos US$ 6,000 millones anuales en derivados del cannabis para uso medicinal y el cultivo de unas 1,000 hectáreas, aunque sin precisar en cuánto tiempo.
La realidad de la industria del cannabis está lejos de las proyecciones del Gobierno, de que la cuarta economía de América Latina tiene potencial para exportar unos US$ 6,000 millones anuales en derivados del cannabis para uso medicinal y el cultivo de unas 1,000 hectáreas, aunque sin precisar en cuánto tiempo.

Un aromático olor inunda “La Chacra”, una finca en el centro de que ha sido sembrada con 15 hectáreas de , una de las áreas cultivadas más grandes del mundo, pero cuya firma propietaria sólo ha realizado dos exportaciones de derivados por restricciones normativas.

Pese a que Colombia fue uno de los primeros en reglamentar la cosecha, tenencia, producción, distribución, comercialización y exportación de sustancias derivadas de la en el 2017, los empresarios se quejan de la lenta implementación de la ley y la demora en ajustes clave para que las ventas fluyan.

La empresa Clever Leaves, propietaria de “La Chacra”, en el departamento de Boyacá, y de un moderno laboratorio farmacéutico cerca a Bogotá, envió 360 gramos de flor seca a Canadá en febrero -la primera exportación legal de cannabis en el país andino-, y un cargamento de 6,000 botellas de un suplemento alimenticio hacia Londres a finales de julio.

Además de Clever Leaves, que tiene capital colombiano y estadounidense, solo otra compañía -la colombo canadiense Pharmacielo- logró casi al mismo tiempo exportar una cifra similar de derivados a Suiza, después de tres años de estar en el negocio.

"Sí quisiéramos que todo fuera más rápido, mejor, pero estamos ante un sector creciendo y formándose", dijo a Reuters Julián Wilches, director de asuntos corporativos de Clever Leaves. "Eso va a tomar un tiempo".

La compleja normatividad exige desde permisos de las autoridades agrícolas y médicas hasta el aval de la Policía Antinarcóticos y de los organismos que regulan los estupefacientes, en un país reconocido como uno de los mayores abastecedores mundiales de drogas ilícitas.

En promedio, las entidades públicas están tardando entre 12 y 18 meses para otorgar las licencias a lo que sigue un periodo de tres a seis meses para obtener los cupos que establecen la cantidad de siembras y de fabricación de derivados en laboratorio cada año.

"Colombia, que había tomado las primeras iniciativas, hoy en día es reconocido porque se está demorando muchísimo más de lo que la gente esperaba", dijo Juan Diego Álvarez, vicepresidente de Asuntos Regulatorios de Khiron para Latinoamérica. "Estamos en las manos de las autoridades públicas para terminar de regular, no es suficiente si el gobierno no apoya".

El director general del Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima), Julio Aldana, defendió la necesidad de que el país tenga un adecuado y sólido marco regulatorio y anunció que antes de finalizar este mes se tendrán nuevos avances en las normas.

"Todo esto está por aprenderse, está por abordarse y la única forma de hacerlo para que esto no sea un "boom" es que lo hagamos de una manera responsable y que la hoja de ruta esté marcada por el rigor industrial y empresarial y el rigor científico en el tema sanitario y de salud", dijo en un foro.

Competencia regional

La realidad de la industria del cannabis está lejos de las proyecciones del Gobierno, de que la cuarta economía de América Latina tiene potencial para exportar unos US$ 6,000 millones anuales en derivados del cannabis para uso medicinal y el cultivo de unas 1,000 hectáreas, aunque sin precisar en cuánto tiempo.

Las dificultades están desestimulando a los inversores extranjeros, que según cifras de la estatal Procolombia trajeron más de US$ 400 millones al país en casi tres años y que empiezan a examinar posibilidades en otras latitudes de la región que están mostrando una mayor agilidad en reglamentar la industria del cannabis.

"Mientras que antes el sentimiento de los inversores era que esto tiene un potencial enorme, ponían plata a quien tuviera una licencia, ahora están evaluando esto más, al fin de cuentas ya pasaron un par de años y quieren empezar a ver resultados", dijo el analista y consultor uruguayo Alfredo Pascual, al margen de un foro en Bogotá.

Los empresarios alertaron la velocidad de la regulación en otros países de Sudamérica como Uruguay, Perú, México y próximamente Brasil, que podrían borrar la ventaja inicial que tenía Colombia.

Uruguay realizó recientemente su primer envío comercial de cannabis medicinal, 10 kilogramos de flores secas con elevados niveles del ingrediente activo THC destinados para pacientes en Australia.

"Vienen grandes del sector agroindustrial pisándonos los talones y me refiero particularmente a México, a Perú y a Brasil, que saben cómo desarrollar un sector agroindustrial", advirtió Wilches de Clever Leaves.

“O lo hacemos, o a la vuelta de la esquina otro lo va a hacer y habremos visto pasar la oportunidad”, concluyó.

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