Vista general de la planta de regasificación de la empresa Enagas en Barcelona, la más antigua de Europa. Foto: AFP
Vista general de la planta de regasificación de la empresa Enagas en Barcelona, la más antigua de Europa. Foto: AFP

España quiere convertirse en el centro de suministro energético de Europa e intensifica su campaña para la construcción de un gasoducto por los Pirineos, apoyándose en las necesidades acuciantes de Alemania para vencer las reticencias de Francia.

La crisis energética será probablemente el principal tema de las discusiones entre el canciller alemán, Olaf Scholz, y el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, el martes en Meseberg, al norte de Berlín, donde Sánchez participará “como invitado de honor” en una reunión del gabinete alemán.

Pero más allà del gas, el mayor foco de preocupación de la UE debido a la guerra en Ucrania y a las amenazas rusas de cortar el suministro de gas antes del invierno, el objetivo de España a largo plazo es transformarse en el “hub” europeo para el hidrógeno verde. Y por eso, ese gasoducto con Francia parece imprescindible.

Este proyecto se llama Midcat (abreviación de Midi y Cataluña, las regiones francesa y española que conectaría), y permitiría a España - pero también a Portugal - hacer llegar gas a Europa central vía Francia.

El proyecto del Midcat, que nació en 2013, fue desestimado en 2019 por las autoridades reguladoras francesas y españolas por su impacto medioambiental y su escaso interés económico, pero la guerra en Ucrania, y las perspectivas de escasez del gas ruso, lo devolvieron a la mesa.

El desinterés de París persiste, llevando a Sánchez a reiterar “la determinación” a que el proyecto se lleve a cabo, aunque sea sin pasar por Francia, mediante una conexión submarina con Italia.

“Si no sale adelante el plan A, pues habrá que buscar el plan B. Y el plan B” es “esa interconexión energética entre la península ibérica y Italia”, dijo Sánchez en una visita a Bogotá el pasado miércoles.

- “Ayudar a Europa” -

La ministra de Transición Ecológica española, Teresa Ribera, confirmó que se estudia también la alternativa italiana, la de un gasoducto submarino entre Barcelona y Livorno.

Pero “en un momento extremadamente crítico para Europa”, habría que apostar a “lo más fácil”, que es la vía “a través de los Pirineos”, argumentó en una entrevista con la televisión Antena 3 el pasado jueves.

“España no necesita exportar gas. España está dispuesta a ayudar a Europa”, argumentó Ribera, reclamando la implicación europea en un proyecto que, según ella, podría “estar operativo para el otoño-invierno 23-24″.

“No es un asunto bilateral de España con Francia. Es la construcción europea”, remató en una entrevista publicada este lunes en el diario El Mundo. “Perdóneme, Francia, yo me pregunto dónde está su sentido europeísta, qué haríamos con una Alemania quebrada.”

Berlín ve el proyecto con buenos ojos, como se pone de manifiesto en la invitación cursada a Sánchez para asistir a una reunión del ejecutivo alemán.

“Estoy muy interesado en un gasoducto del que, desgraciadamente, carecemos hoy en día”, y que “contribuiría en estos momentos de forma enorme a aliviar y distendir la situación del suministro” dijo el 11 de agosto Olaf Scholz sobre el Midcat.

España dispone de seis plantas regasificadoras de gas licuado - y Portugal, una -, que la convierten en el país con mayor capacidad de regasificación de la Unión Europea.

Así, la península podría convertirse en una cabeza de puente europeo del gas que llega en buques de Estados Unidos, mientras se completa la transformación a las energías renovables.

- En el horizonte, el hidrógeno verde -

España y Portugal quieren que la Unión Europea se haga cargo del coste de la construcción, valorada hace unos años en unos 440 millones de euros.

El Midcat no estaría construido en ningún caso antes de este invierno tan temido, pero acabaría sirviendo para exportar hidrógeno verde, una parcela en la que España quiere convertirse en referencia mundial gracias a sus energías renovables.

El hidrógeno llamado “verde” se produce mediante la electrólisis del agua (separación de las moléculas del agua gracias a una corriente) utilizando electricidad de origen renovable, ya sea eólica, solar o hidroeléctrica. A diferencia de los combustibles fósiles, solo libera vapor de agua. Por eso lo consideran como la energía del futuro.

“España se va a convertir en el primer hub mundial de transporte de hidrógeno verde (...) que es el futuro de la economía europea”, opinaba en una reciente entrevista con la Televisión nacional de España el presidente de “Foment del Treball”, la organización que representa a los empresarios catalanes, Josep Sánchez Llibre.

“El proyecto del Midcat es un proyecto a largo plazo”, dijo la semana pasada en París el ministro de la Presidencia y mano derecha de Pedro Sánchez, Félix Bolaños. “Se pretende que en el medio y en el largo plazo pueda transportar hidrógeno verde e, incluso, hidrógeno azul”, producido a partir del metano contenido en el gas natural.

Pedro Sánchez “ha de liderar (para) que seamos la gran interconexión gasística y de hidrógeno europeo y mundial, y en este caso ha de buscar la complicidad de los alemanes”, comentaba el jefe de la entidad patronal catalana, que también aboga a favor del gasoducto con Italia para “complementar” el Midcat.