(Foto: AP)
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"Acepto cualquier cosa" es la frase que se repite entre los miles de brasileños que han formado este martes una kilométrica fila en Sao Paulo para salir de las listas de desempleo, una lacra que amenaza con enquistarse en el país sin visos de mejora en los próximos años.

Desde vendedores hasta telefonistas o mozos de almacén, en la sede de un sindicato, en el corazón de la capital paulista, se ofrecen hasta el viernes 6,000 puestos de trabajo de diversas áreas y con un salario medio de 1,500 reales (unos US$ 400) al mes.

La esperanza y la angustia se mezclan entre los miles de parados que han acudido a este "mutirao", como se conocen en las "maratonas" organizadas por sindicatos y Gobiernos locales en las que se ofrecen, de una sola vez, numerosos puestos de trabajo.

La convocatoria ha superado todas las expectativas, reflejo de la preocupante realidad que hoy vive Brasil, entre la anunciada recuperación económica, tras la profunda recesión del 2015 y 2016, y los millones de brasileños que aún no la ven ni de cerca.

"Estoy desempleado hace un año, viviendo a través de trabajos intermitentes de carga y descarga de camiones. Soy cocinero profesional, tengo una buena experiencia y estoy aquí buscando una plaza", dijo Bruno Coutinho, de 42 años y oriundo de Vitoria, a unos 1,000 kilómetros de Sao Paulo.

Coutinho hizo las maletas y se estableció en Sao Paulo hace cuatro meses en busca de una "oportunidad mejor". Es el primero de una fila dramática, que da varias vueltas y en la que no se alcanza a ver el final. En su caso, llegó a las 09.00 hora local (12.00 GMT), pero del día anterior, lunes.

Después de cerca de 24 horas, espera que haya algún puesto relacionado con la hostelería, si no, aceptaría cualquier cosa: "Tengo que trabajar, no puedo quedarme sin trabajar", aseguró.

Desde febrero del 2016, la tasa de desempleo en Brasil está por encima del 10 %, según datos del estatal Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas (IBGE).

Alcanzó su pico en marzo del 2017 (13.7%) y a partir de ahí presentó un descenso gradual, pero sin abandonar los dos dígitos.

En enero pasado, la tasa de paro era del 12%, equivalente a cerca de 13 millones de personas sin empleo, y ha coincidido, además, con un incremento notable de la informalidad.

Por detrás de esas cifras, hay rostros angustiados, llenos de dudas, pero también esperanzados.

Beatriz de Carvalho tiene 18 años y proviene del interior del estado de Bahía, en el nordeste, donde dice que las oportunidades escasean.
Acaba de terminar la educación secundaria y busca un primer empleo de lo que sea: "Lo que surja. Aceptamos todo", aseveró.

El caso de Carlos Jesús Santos, de 60 años y obrero de profesión, es más acuciante. Hace cuatro años que nadie le contrata.

"Estoy queriendo una oportunidad. Hay que tener confianza, quiero salir de aquí hoy empleado. Sería una alegría para mí, para mi familia y una cosa muy importante en mi vida", sostuvo mientras aguardaba su turno.

Sin embargo, el futuro a corto y medio plazo tampoco llama al optimismo, según el investigador Daniel Duque, del centro de estudios económicos Fundación Getulio Vargas (FGV).

"La creación de empleo no termina de calentar, ni hay perspectivas de lo que haga. Ni las proyecciones más optimistas nos llevan a un escenario con una tasa de paro de un dígito en los próximos tres años", analiza Duque.

En medio de la tempestad, el Congreso aprobó en el 2017 una polémica reforma laboral que abrió las puertas a un abaratamiento de la mano de obra. El texto fue propuesto por el Gobierno del entonces presidente , quien permaneció preso preventivamente durante los últimos cuatro días por sospechas de corrupción, aunque fue puesto en libertad este lunes.

Por aquel entonces, se dijo que la reforma serviría para estimular la contratación, pero hasta el momento sus efectos han sido mínimos, aunque Duque recuerda que ese tipo de cambios solo comienzan a sentirse a partir del quinto año desde su aprobación.

Ricardo Patah, presidente de la Unión General de los Trabajadores (UGT), uno de los organizadores de la maratona, lamenta, además, los "cinco millones de desalentados" que han decidido dejar de buscar un trabajo y pide al actual Gobierno del presidente acciones concretas.

"Tenemos un Gobierno que no está entendiéndose con el Congreso y es fundamental que se instituyan algunas políticas, como una política industrial, y reformas, como la tributaria o la propia reforma del Estado. Es insostenible estar en un Brasil con una cantidad de desempleados que es mayor que la de varios países juntos", denunció.

Mariana Alves, de 31 años y formada en la universidad, está desempleada desde hace dos meses y vive en casa de sus padres. Ella también ha decidido acudir este martes a la oferta colectiva de empleos en el centro de Sao Paulo.

"En esta situación es imposible independizarse porque no es suficiente para mantenerse con una sola renta fija", comentó a Efe esta joven que mataba el tiempo de espera con la lectura de un libro de autoayuda para controlar la ansiedad.

"Es lo que creo que la gran mayoría de la población está viviendo ahora: un caos de ansiedad", expresó.