La joven en la oficina legal de Monica Mazzei en San Francisco insistía: quería un acuerdo prenupcial.
No importaba que la cliente no tuviera casi nada a su nombre. Lo que tenía era un montón de ideas para iniciar una startup. Ella y su prometido, que ya tenía su propia pequeña empresa de tecnología, firmaron un acuerdo prenupcial con términos claros, dijo Mazzei: “El cónyuge que tenga una idea [e] inicie un negocio ‘posee’ dicho negocio. Es su bebé”.
Unos años más tarde, Mazzei, socia en Sideman Bancroft, viajaba por el aeropuerto de San Francisco cuando vio a su antigua clienta en la portada de una revista. Su startup había sido un éxito. El negocio de su esposo había fracasado.
En Silicon Valley, donde programadores sin dinero creen firmemente que sus ideas valen miles de millones, hacerse rico puede tener prioridad sobre el matrimonio. La ley de California supone que cualquier riqueza creada durante un matrimonio es propiedad de la sociedad conyugal, que debe distribuirse en partes iguales en caso de divorcio. Esto es alarmante no solo para jóvenes emprendedores sino también para sus inversionistas.
Caos del divorcio
Afortunadamente, un acuerdo prenupcial bien redactado es una protección contra los estragos posteriores al divorcio, razón por la cual cada vez más parejas jóvenes insisten en estos acuerdos, según más de media docena de abogados del área. Desde hace mucho tiempo la medida es popular entre parejas mayores adineradas que se vuelven a casar. Ahora, empresarios también exigen acuerdos prenupciales para así quedarse con ganancias inesperadas futuras.
“Veo que cada vez más jóvenes quieren acuerdos prenupciales aunque actualmente no tengan mucho dinero pero sí planean tenerlo algún día”, dice Jacqueline Newman, abogada de divorcios con sede en Manhattan.
En una encuesta de 2016 realizada por la Academia Estadounidense de Abogados Matrimoniales, 3 de cada 5 abogados de divorcios dijeron que más clientes buscaban acuerdos prenupciales en los últimos tres años. Aproximadamente la mitad dijo que había visto un aumento en la cantidad de milennials que solicitaban los acuerdos.
“Los conceptos y las nociones de equidad de las personas cuando se trata de negocios privados están cambiando”, dijo Mazzei, y agregó que ha habido “un tremendo aumento” en los acuerdos prenupciales en los últimos ocho años. “Sienten que incluso si están casados, esta es su pasión. El acuerdo debe reflejar eso”.
‘Es complicado’
Los fundadores actuales de startups tienen muchos ejemplos que pueden emular. El cofundador de Google Sergey Brin y Anne Wojcicki, quien ayudó a fundar la compañía de genómica personal 23andMe, hicieron un acuerdo prenupcial cuando se casaron en 2007. Después de divorciarse con poca fanfarria en 2015, su participación en Google se mantuvo intacta.
“Es complicado, eso es todo lo que puedo decir”, dijo Wojcicki a Bloomberg TV sobre la separación.
Larry Ellison, de Oracle Corp., se ha casado y divorciado varias veces, pero ninguno de estos eventos afectó su participación en la compañía de software. Ellison es la séptima persona más rica del mundo con un patrimonio neto de US$ 59,800 millones, según el Índice de Multimillonarios de Bloomberg.
Sin embargo, un acuerdo prenupcial no garantiza un divorcio sin problemas. Los jueces pueden obviar los acuerdos, en particular si están mal redactados. “Si no se usa el lenguaje correcto, muchos acuerdos prenupciales no sirven”, dijo Lowell Sucherman, abogado de divorcios en Sucherman Insalaco en San Francisco.
En 2017, la cofundadora de One Kings Lane Alison Gelb Pincus, esposa del fundador de Zynga Inc., Mark Pincus, desafió su acuerdo prenupcial en la corte mientras la pareja se divorciaba, según una presentación judicial. No está claro si ella prevaleció ya que los términos finales del divorcio no son públicos.
Si bien las empresas de capital de riesgo no requieren explícitamente acuerdos prenupciales, sí exigen un lenguaje legal que proteja sus inversiones en caso de que un tribunal de divorcios entregue una parte de las acciones de un fundador a un excónyuge.
‘Quedarse con más’
“Los fundadores intentarán negociar para quedarse con una mayor parte de sus acciones”, dijo Michael Gorback, socio de Hanson Bridgett.
MacKenzie Bezos y el fundador de Amazon.com Inc., Jeff Bezos, se divorciaron a principios de este año. Ella quedó con una participación de 4% y un patrimonio neto de US$ 34,600 millones, según el índice de Bloomberg. Él mantuvo 75% de las acciones de la pareja en Amazon, y tiene el control de voto sobre las que ella posee.
Las acciones de Amazon, por supuesto, se cotizan en bolsa, lo que facilita las negociaciones de divorcio.
“Un problema que encontramos muy a menudo es, ‘¿Cómo se valora una startup?’”, dijo Mazzei. Años antes de una oferta pública inicial, una startup podría no tener ganancias ni ingresos. Una empresa prometedora podría hundirse, o eventualmente valer miles de millones.
Confianza, credibilidad
Los abogados facturan suficientes horas y generalmente pueden resolver las ramificaciones legales del divorcio. Son menos útiles a la hora de contener el caos que los problemas matrimoniales de un fundador podrían crear en el lugar de trabajo o en las relaciones comerciales.
“Tenemos empresas donde el fundador es la marca, y la confianza y la credibilidad son fundamentales para el negocio”, dijo Ed Zimmerman, socio y presidente del grupo tecnológico de Lowenstein Sandler en Nueva York. “Si usted invierte en una empresa porque cree que el fundador es increíble”, puede ser alarmante saber que él o ella se enfrenta a la distracción de un desagradable divorcio o una pelea por la custodia, dijo.
Si no se revela un divorcio a los inversionistas clave, pueden perder la confianza en un fundador que creían conocer bien. Luego, a veces hay otras consecuencias desagradables, del tipo al que las empresas son cada vez más sensibles en la era #metoo.
“Sería grandioso si viviéramos en un mundo donde las personas que tienen problemas matrimoniales no manifestaran esos problemas al coquetear o salir con personas que trabajaban en su empresa”, dijo Zimmerman. “Ese tipo de cosas tienden a ser más problemáticas que quién se queda con las acciones”.