El salario mínimo oficial en Alemania es de 8.84 (cerca de US$ 9.90) euros la hora, que suponen unos 1,200 euros (US$ 1339) al mes. Sin embargo, en las cárceles se impone el trabajo forzado con una remuneración muy por debajo de esta valla, lo cual perjudica la competencia entre empresas.
Los reclusos alemanes confinados a vivir durante su condena en 10 metros cuadrados, ganan por el trabajo obligatorio entre 1 y 3 euros (US$ 1.12 y US$ 3.35) por hora, un sueldo muy inferior al salario mínimo contemplado en la ley.
La situación carcelaria, además, los excluye de otros beneficios laborales como el plan de pensiones, en tanto las empresas que contratan sus servicios adquieren grandes ventajas frente a sus competidores.
"Los reclusos no tienen derecho al salario mínimo. Se trata de una decisión política que no estoy obligado a comentar. Pero como director de la prisión le puedo decir que si se aplicase acá el salario mínimo, nadie les daría empleo", comenta a Deutsche Welle Arne Wieben, titular a cargo de una prisión alemana.
"Además nos resulta esencial que los reclusos estén ocupados. Imaginese que estuviesen encerrados en sus celdas los 7 días a la semana con unas horas de patio, Los conflictos y la violencia aumentarían considerablemente", argumenta.
Lo cierto es que el mayor beneficio lo obtienen empresas alemanas como Miele, Aldi, Gardena, BMW, Daimlier, que trasladan parte de sus producción a las prisiones destruyendo a la competencia de sus sectores.
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