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Argentina está evaluando implementar nuevos controles sobre las exportaciones de trigo, a medida que la sequía marchita las plantas que se cosechan a fin de año y la inflación de los alimentos se dispara, según personas con conocimiento del tema.
El Gobierno convocó una reunión con los exportadores debido a las preocupaciones de los molineros nacionales de que no habrá suficiente trigo disponible localmente, dijeron las personas, que pidieron no ser identificadas debido a correos electrónicos confidenciales.
Una temporada brutal de sequías y heladas parece estar provocando que el Gobierno ejerza mano dura, al tiempo que hace malabares para proteger a los consumidores locales del aumento de los precios y la necesidad de reponer las reservas de divisas. Las restricciones al trigo argentino se sumarían a la estrechez que acecha al suministro global con las exportaciones estadounidenses en su nivel más bajo en 50 años y la guerra en Ucrania obstaculizando los envíos.
La Secretaría de Agricultura no hizo comentarios de inmediato. El grupo de trituración y exportación de cultivos del país Ciara-Cec confirmó que el Gobierno había convocado una reunión en medio de las preocupaciones de los molineros.
Las autoridades buscarán discutir qué se puede hacer para aliviar la demanda de los compradores internacionales, incluido el retrasar los envíos de 8,8 millones de toneladas métricas de trigo que ya están en un registro oficial de exportación de cultivos. Otra opción sería evitar que los operadores superen los 9 millones de toneladas en el registro hasta que se conozca por completo el alcance de las pérdidas de producción.
Argentina, uno de los siete principales proveedores mundiales de trigo cuyo mayor cliente es el vecino Brasil, aplicó previamente una cuota de exportación a la cosecha 2022-2023 de 10 millones de toneladas.
La Bolsa de Comercio de Rosario, que alguna vez pronosticó una cosecha de 19 millones de toneladas, ahora dice que las plantas producirán menos de 16 millones de toneladas.