Los seres humanos han consumido insectos comestibles, desde grillos y saltamontes hasta hormigas rojas y termitas, desde antes de los albores de la civilización, y el 80% de la población mundial, en toda Asia, África y América Latina, en la actualidad sigue comiendo insectos. (Foto: Difusión)
Los seres humanos han consumido insectos comestibles, desde grillos y saltamontes hasta hormigas rojas y termitas, desde antes de los albores de la civilización, y el 80% de la población mundial, en toda Asia, África y América Latina, en la actualidad sigue comiendo insectos. (Foto: Difusión)

La histórica decisión que tomó la Unión Europea la semana pasada de aprobar los insectos para el consumo humano fue una victoria para las larvas y los gusanos —y para las personas— de todo el mundo. La aprobación confiere una especie de dignidad a las pequeñas microbestias ricas en proteínas que tontamente descartamos como plagas, y ofrece una clara señal de que la industria de las proteínas de insectos está preparada para un crecimiento significativo. Sobre todo, allana el camino para una fuente alternativa de proteína que debería desempeñar un papel fundamental en la alimentación de un mundo más caluroso y poblado.