(Foto: AFP)
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El presidente chilenoenvió el jueves al Congreso un proyecto para bajar la tarifa de la electricidad que forma parte de un paquete de medidas con el que busca frenar el estallido social que en una semana ha dejado al menos 18 muertos.

“Sabemos que esta agenda social no resuelve todos los problemas, pero también sabemos que constituye un importante alivio y un importante aporte a resolver esos problemas”, dijo Piñera al anunciar el envío al Parlamento de la iniciativa que congela un alza prevista de 9.2% en la electricidad hasta diciembre del 2020.

Agregó que instruyó a sus ministros para que contacten a los diversos sectores sociales “y escuchar así, en forma fuerte y clara, la voz y el mensaje que nos han trasmitido los chilenos en los últimos días”.

La agenda social de Piñera incluye un aumento del 20% en las pensiones y de 16% en los ingresos mínimos, proyectos para rebajar los precios de los medicamentos -que en son de los más altos en la región- y rebajas en los ingresos de los parlamentarios, que parten de los US$ 14,000 mensuales.

La mayoría de los chilenos gana entre 400,000 a 500,000 pesos (entre US$ 562 y US$ 762) que no cubren las necesidades básicas de vivienda, alimentación, salud y educación.

Políticos oficialistas y de la oposición valoraron las medidas aunque la centroizquierda pidió cambios profundos, como la reforma del sistema privado de salud y el que maneja los fondos de pensiones.

Pese al anuncio las protestas continuaron el jueves.

Hace casi una semana, un violento estallido social que siguió a las protestas de estudiantes en rechazo al aumento en la tarifa del subterráneo irrumpió en la capital chilena y dejó a su paso la destrucción de la mayoría de las estaciones del metro, el saqueo e incendio de supermercados y farmacias y se extendió a casi todo el país.

El desorden fue seguido por manifestaciones que, desafiando el estado de emergencia y el toque de queda declarado por el gobierno, integran miles de personas que reclaman subas de sueldos, bajas en los servicios básicos y los medicamentos y mejores pensiones, entre otras exigencias.

Patricia Bravo, dueña de un pequeño taller de reparación de motocicletas, calificó las medidas del mandatario de “píldoras”. Dijo que a diario protesta porque “nos están robando con las AFP (administradoras privadas de pensiones)” y “nuestros viejos no alcanzan a vivir” con sus jubilaciones de 105,000 pesos (unos US$ 144).

En las concentraciones se leen pancartas con leyendas como “No más abusos”, “Queremos vivir dignamente”, “Chile despertó” y “No estamos en guerra, estamos unidos”, esta última en alusión a la afirmación de Piñera, quien al inicio de la crisis afirmó que Chile estaba en guerra con bandas criminales.

Muchas de las concentraciones que se suceden en todo el país son reprimidas por la policía antimotines con disparos de balas de goma y gases lacrimógenos.

En las cercanías del vecino puerto de Valparaíso cerca de un centenar de camioneros se expresaron el jueves a favor de las manifestaciones, algunos con letreros que decían “No más alza de peajes”.

Un comunicado del gobierno indicó que en la última jornada disminuyeron de 169 a 126 los “hechos graves” y no se informaron nuevos fallecidos.

Piñera aseguró que “la situación de orden público y seguridad ciudadana está mejorando”.

El canciller Teodoro Ribera anunció que, por petición de Piñera, la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, la expresidenta chilena Michelle Bachelet, enviará un grupo de trabajo a Chile. “Tras monitorear la crisis desde el comienzo, he decidido enviar una misión de verificación para examinar las denuncias de violaciones a los derechos humanos”, tuiteó Bachelet.

María López, una asistente de un hogar de ancianos de 37 años, señaló que protesta “para que cambien las cosas, para que bajen el precio de los remedios y de la comida” y sostuvo que las medidas del gobierno “no alcanzan”. “¿De qué les sirve a los abuelos un aumento de 22,000 pesos (unos US$ 30)?”, cuestionó.

Una de las dificultades que presenta la actual crisis es que no hay un portavoz de los movilizados.

Marcelo Mella, analista político de la Universidad de Santiago de Chile, dijo que “no sabemos quién está detrás de las protestas y ni siquiera el gobierno tiene mucha idea” y se preguntó cómo hará Piñera para resolver el conflicto ante “un movimiento complejo, sin interlocución”.

Mella distinguió varios tipos de movilizaciones: la primera en la periferia de la capital chilena “con un nivel de violencia que es una expresión de malestar de clase, en términos marxistas, de la antigua lógica de los excluidos por el sistema”, la de la clase media empobrecida que está “muy endeudada, con mucha rabia” y la de la clase media alta “que es la expresión de una izquierda posmoderna, mucho esnobismo”.