guerra comercial
guerra comercial

La guerra fría tecnológica entre y está a punto de ampliarse, y esto obligará a los líderes a tomar algunas decisiones difíciles.

La semana pasada escribí que se había creado una cortina de hierro digital cuando el presidentedecidió aislar a En una semana las corporaciones globales se vieron atrapadas en medio de esta división.

, de , dijo que renunciaría a algunos lazos con Huawei, como la limitación del acceso de la compañía electrónica china a su sistema operativo móvil Android.

A partir de ese momento, las firmas de telecomunicaciones en Japón, Gran Bretaña y Taiwán fueron algunas de las que detuvieron pedidos de los dispositivos más nuevos de Huawei.

eliminó los productos de Huawei de su catálogo Azure Stack, mientras que la británica ARM Holdings Plc, ahora propiedad de dijo que cumpliría con una orden para dejar de suministrar alguna propiedad intelectual utilizada en semiconductores.

Estas empresas seguían la directiva de una nación soberana. Desde su perspectiva, había poco espacio de maniobra legal o funcional (si un teléfono no puede operar correctamente con Android, representa un problema).

Es probable que se forme una división más lenta, pero más significativa, entre países a medida que cae esta cortina de hierro digital. Tener esferas tecnológicas mutuamente excluyentes no significa simplemente que las cadenas de suministro se reflejen entre sí en diferentes continentes. Más bien, para los países de todo el mundo, significa que cada decisión de negocio e inversión se convierte en una decisión política.

La tecnología de Estados Unidos sigue liderando el mundo, y así permanecerá durante un tiempo. Pero China ha demostrado estar dispuesta a comprometerse y ayudar a los países en desarrollo de una manera que alguna vez lo hizo Estados Unidos. Es probable que continúe la construcción o el subsidio de redes de comunicaciones fijas y móviles; fabricado por Huawei y , pero financiado directa o indirectamente por Pekín.

No se trata solo de redes de alta tecnología. Numerosos países en desarrollo desean líneas ferroviarias de alta velocidad, puertos y aeropuertos eficientes y vehículos eléctricos de bajo consumo y baja contaminación.

Estados Unidos o sus aliados podrían proporcionar cada una de estas posibilidades. Japón, Europa y Canadá tienen la tecnología y la capacidad para ayudar. Pero además de ser capaz de ofrecer estos aspectos, China tiene el capital político y fiscal para hacerlo. La voluntad ya existe en la forma de su Iniciativa de la Franja y la Ruta.

Sin embargo, si una nación acuerda instalar redes o infraestructura china, existe una posibilidad cada vez mayor de que se le aísle de los productos estadounidenses bajo la máscara de la seguridad nacional estadounidense. Filipinas y Vietnam personifican esta dicotomía.

Filipinas ha tenido históricamente vínculos estrechos con . Sin embargo, el presidente Rodrigo Duterte ha alternado entre amor y odio hacia , destacando la beligerancia de Pekín hacia sus vecinos y su disposición a hacer tratos.

Bajo su presidencia, las dos naciones han firmado más de una docena de acuerdos, entre ellos uno para que China Telecom Corp. construya una red de telefonía móvil en Filipinas. El estado de ánimo hacia China fue resumido este mes por el secretario de Asuntos Exteriores, Teodoro Locsin, en una entrevista con Bloomberg News:

"La oferta de China sobre una asociación estratégica es un poco más atractiva que la oferta actual de Estados Unidos de confusión estratégica".

Vietnam, por el contrario, parece ser un aliado chino innato. Sin embargo, el comportamiento asertivo de Pekín no lo ha llevado a los vietnamitas, aunque tienen una disposición relativamente cálida hacia Estados Unidos.

Cuatro décadas después de que terminara una guerra brutal, las dos naciones están construyendo lazos militares mientras Vietnam trata de contener la marea de la creciente potencia china. Esto hace que sea más probable que Hanói evite las propuestas chinas si esto significara perder la simpatía de Washington. Pero no será fácil escoger, dada la generosidad que ofrece China.

Tales decisiones deberán tomarse en todo el mundo. No se les apurará, y probablemente no se presentarán en discursos declarativos en un podio. En su lugar, se darán en las salas de reuniones de las instituciones burocráticas, sobre la mesa en reuniones de gabinete y en las embajadas extranjeras donde las alfombras se desgastarán por una estampida de cabilderos gubernamentales y no gubernamentales.

Tal y como el mundo se dividió en líneas militares hace 70 años, la cortina de hierro digital obligará a los líderes políticos a decidir si son del Equipo China o del Equipo Estados Unidos.