(Foto: AFP)
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Cuando le preguntan sobre la muerte de miles de cerdos por la peste porcina africana, una enfermedad contagiosa que afecta a , el criador Sun Dawu suspira y asegura que su actividad ha quedado “totalmente destruida”.

"Es muy doloroso verlos morir. Hemos enterrado a todos los cerdos muertos a cinco metros bajo tierra", asegura en su enorme granja de la provincia de Hebei, que circunda Pekín, mientras espanta las moscas que se le acercan.

El virus, que no es peligroso para el hombre pero mortal para los cerdos, llegó rápidamente a todas las regiones chinas y provocó pérdidas económicas importantes al sector porcino. También ha disparado los precios de esta carne, muy consumida en el gigante asiático.

Sun Dawu se siente impotente y frustrado por la actitud pasiva de las autoridades y por eso decidió publicar fotos de sus cerdos muertos en las redes sociales.

Las imágenes se convirtieron en virales y finalmente llevaron a las autoridades locales a actuar.

En toda China, miles de cerdos han sido sacrificados como medida de precaución. La población total de ha caído cerca de un 40% en un año mientras que la escasez ha disparado los precios al menos un 50%.

Más de un año después de la aparición de esta enfermedad en el noreste del país, los ganaderos todavía tienen dudas sobre si hay que reconstituir sus reservas de animales.

En el caso Sun Dawu, sus animales están en buen estado de salud pero fueron puestos en cuarentena y no podrá venderlos hasta la segunda mitad del 2020 a causa de las restricciones.

Repercusiones incontrolables

"Algunos ganaderos no se atreven a declarar que sus animales están enfermos y continúan vendiéndolos tranquilamente", lamenta Sun.

"Muchos cerdos fueron llevados a almacenes frigoríficos o transportados en camión hacia el sur y el oeste de China con lo que la peste porcina se ha extendido a todo el país", asegura.

Oficialmente más de un millón de animales murieron en China por la enfermedad. Pero Sun Dawu, que ha perdido 15,000 cerdos, considera que esta cifra es inferior a la realidad.

Por su parte el ministerio de Agricultura solo reconoce oficialmente un caso en la provincia de Hebei.

Frente a la confusión y a la desconfianza sobre la veracidad de las cifras oficiales, la mayoría de analistas creen que la crisis del cerdo en China no ha terminado. El país podría perder 200 millones de animales, indica un informe del banco Rabobank.

A esta crisis sanitaria se añade la preocupación de los dirigentes del país, que temen una agitación social.

"Históricamente la subida de los precios de los alimentos provoca manifestaciones en las ciudades", apunta Victor Shih, de la Universidad de California, en San Diego (Estados Unidos).

Reservas estratégicas

El gobierno alienta a los ciudadanos a comer menos carne, una iniciativa que provoca, sin embargo, burlas.

Además la guerra comercial entre ydesde hace año y medio limita las importaciones de carne estadounidense.

"El número de cerdos en buena salud continúa disminuyendo y China estará bajo presión para importarlos masivamente del extranjero, incluso desde Estados Unidos", apunta Shih.

Por otra parte el gobierno chino anunció la semana pasada compras "considerables" de cerdo estadounidense pero sin dar cifras.

El país tuvo que recurrir a las 30,000 toneladas de carne congelada de sus reservas estratégicas. Y las autoridades anunciaron que darán subvenciones de hasta cinco millones de yuanes (640,000 euros, US$ 697,000) para estimular la producción de los grandes ganaderos.

Pero los agricultores con los que habló la AFP -reticentes a dar su nombre completo- se muestran escépticos.

"He perdido más de 200,000 yuanes (25,700 euros) con el sacrificio de más de cien cerdos", dice Zhang, un ganadero de Hebei.

"Nadie quiere criar cerdos, nadie se atreve a criar cerdos", dice otro ganadero de las afueras de Pekín.

“Cuando termine la guerra comercial, el gobierno importará grandes cantidades de cerdo del extranjero y los agricultores chinos no tendrán ningún beneficio. Incluso invirtiendo mucho dinero, al final perderemos”, apunta Zhang.