(Foto: AP)
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Los habitantes de Porto Velho tienen el privilegio de vivir cercados por la espesa brasileña. Pero desde hace semanas pasan los días asediados por el humo dañino procedente de los peores incendios en años en esta zona de la mayor floresta tropical del planeta.

La leve neblina cargada de humo que cubre el cielo perturba la rutina de esta ciudad amazónica de 500,000 habitantes en el oeste de Brasil, el tercer municipio más afectado por los fuegos que se multiplican en el país, según datos oficiales satelitales.

En el Hospital Infantil Cosme e Damião, el principal centro de atención de niños de hasta 12 años, varios familias esperan turno para ser atendidas por dolencias generadas o agravadas por la continua inhalación del aire.

“El humo puede ser muy agresivo. Los más perjudicados son los niños y los ancianos. Solemos atender una media de 240 pacientes por día. Ahora estamos atendiendo unos 280”, explica Sergio Pereira, director general del hospital.

"Esto es algo que acontece en esta época de temporada seca. Todos somos de alguna manera fumadores pasivos. Pero a unos les afecta más que otros, sobre todo lo que ya arrastran problemas", agrega.

Las dolencias puede ser leves, como irritación ocular o una tos seca. Pero también son habituales trastornos respiratorios y fiebres que pueden derivar en neumonía.

Sentada en una esquina de la sala, la hija de cuatro años de Maiza Dantas, una vecina de Porto Velho, llegó por la mañana con "las vías respiratorias obstruidas".

"Hace un año y medio tuvo una neumonía. Y desde entonces pasa periodos malos, pero nunca había estado tan mal como hoy, con tos y fiebre", explica. mientras la niña recibe un suero intravenoso.

Las residencias de ancianos también sufren el impacto de la humareda. En una de ellas, cuatro de los 25 residentes tuvieron que ser atendidos por crisis respiratorias.

La AFP intentó contactar con la secretaría de Salud del estado para saber cifras de aumento de pacientes, sin obtener respuesta hasta el momento.

“Para el pulmón de todos”

Porto Velho, cuyo aeropuerto internacional cerró durante una hora y media en la mañana del lunes, no es ajeno a la polémica mundial generada por llamas de la Amazonía, una selva del tamaño de Europa considerada vital para el futuro del planeta.

Convocados por las redes sociales, centenares de personas se manifestaron el domingo en una plaza contra el presidente de Brasil, , a quien muchos atribuyen la responsabilidad de los incendios con sus políticas favorables a abrir las reservas naturales a actividades mineras y agropecuarias.

"El oxígeno producido aquí va hacia el pulmón de todos", decía un cartel.

Ubicado en un rincón de la Amazonía brasileña, con 1.7 millones de habitantes, Rondonia es el quinto estado con más incendios en lo que va de año (6,436) y donde se iniciaron el sábado operativos militares para apagar los fuegos.

En todo , entre enero y este domingo hubo 80,626 incendios, un 78% más que en el mismo periodo del año pasado.

Bolsonaro, un escéptico del cambio climático que llegó a insinuar que las ONG estarían provocando los incendios en protesta por haberles suprimidos fondos, atribuye principalmente los fuegos a la temporada seca.

Pero expertos y ambientalistas sostienen que es principalmente por la , provocada para abrir espacio a cultivos o pastoreo, y la falta de control de las autoridades.

“En Rondonia hay varias reservas indígenas, algunas de ellas muy ricas en oro y diamantes. Este año hemos visto muchas más invasiones de tierras de madereros y mineros ilegales, un fenómeno potenciado por el discurso antiindígena de Bolsonaro y por la reducción de los organismos de control”, explica Ivanete Bandeira, coordinadora de proyectos la ONG etnoambiental Kanindé.