Las reglas que rigen el uso del acero y el aluminio en los automóviles se han transformado en el último obstáculo para completar un acuerdo revisado del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) entre Estados Unidos, México y Canadá a tiempo para la aprobación del Congreso a fin de año.
Las tres naciones están discutiendo la letra chica del acuerdo que requiere que el 70% del acero y el aluminio en los vehículos provengan del continente para recibir un tratamiento libre de impuestos, según media docena de personas familiarizadas con las conversaciones, que pidieron no ser identificadas porque la privacidad del tema. México y la administración de EE.UU. buscan acordar cambios en el texto el viernes antes de presentar una propuesta a los demócratas de la Cámara.
La semana pasada, EE.UU. puso sobre la mesa una demanda de contar solo las placas de acero y aluminio hacia el umbral del 70% que se origina en América del Norte, dijeron las personas. Esto complicaría la calificación para los automóviles producidos en México, cuyas placas a menudo proviene de Brasil, Japón y Alemania. La propuesta fue presentada como una demanda del sindicato United Steelworkers el año pasado, según dos de las personas.
El lunes, el presidente Donald Trump anunció planes para restablecer los aranceles sobre el acero y el aluminio de Brasil y Argentina, naciones a las que acusó de devaluar sus monedas en detrimento de los agricultores estadounidenses.
Las normas para los autos son el fundamento de las tentativas de Trump por reemplazar el TLCAN con el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), que ofrece mayores incentivos para fabricar en EE.UU. Representaron uno de los problemas más meticulosos y difíciles de resolver en las negociaciones el año pasado.
“Es difícil cumplir con la norma de origen del T-MEC, pero podemos cumplir con este requisito adicional”, dijo Matt Blunt, presidente de American Automotive Policy Council, agrupación que representa a los tres grandes fabricantes de automóviles de EE.UU. (Chrysler, Ford y General Motors). “La aprobación de T-MEC sigue siendo nuestra máxima prioridad”, agregó.