La destrucción de los bosques del mundo aumentó el año pasado pese a que las medidas de cierre implementadas por la pandemia frenaron el crecimiento económico, lo que aumenta la presión sobre países y empresas que intentan reducir emisiones de carbono.
La pérdida de árboles en las áreas tropicales más críticas aumentó 12% en el 2020 respecto del año anterior, según datos publicados el miércoles por Global Forest Watch, una iniciativa liderada por el Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés). Las pérdidas en zonas tropicales en general contribuyeron con 2,600 millones de toneladas métricas de contaminación por dióxido de carbono, o el equivalente a las emisiones anuales de 570 millones de automóviles.
Las cifras del 2020, el tercer peor año para la pérdida de árboles desde el 2002, cierran un año que una vez entregó grandes esperanzas de esfuerzos para detener la destrucción. El secretario general de las Naciones Unidas reunió a diplomáticos, líderes empresariales y activistas en el 2014 para una cumbre climática, donde muchos acordarían un audaz objetivo para reducir a la mitad la deforestación en solo seis años.
El fracaso oficial en cumplir con este objetivo, o siquiera acercarse a él, llega en un momento en que la presión general por reducir las emisiones de CO₂ ha aumentado drásticamente.
Decenas de países y cientos de empresas están luchando por reducir a cero el impacto de las emisiones de todas las fuentes para 2050, en consonancia con las directrices científicas que apuntan a frenar el calentamiento global.
Varios países tuvieron una influencia descomunal en la pérdida de árboles –y las emisiones resultantes de CO₂– provocada por la limpieza de tierras para la producción de carne, cultivos y madera. Global Forest Watch monitorea la “pérdida de árboles” en lugar de la “deforestación” porque los datos incluyen tanto bosques naturales como cultivados, y también contabiliza las pérdidas por incendios.
La pérdida de árboles en Brasil aumentó 25% en el 2020, y su total de 1.7 millones de hectáreas fue tres veces mayor que el segundo país que más contribuyó a esta merma, la República Democrática del Congo.
Los resultados del 2020 tienen puntos positivos relativos. Indonesia continuó su racha de cuatro años de disminución de su tasa de pérdida de bosques. El Gobierno intensificó las actividades de prevención e implementación después de sufrir terribles incendios en el 2015.
Malasia, que ha perdido una quinta parte de su dosel arbóreo en las últimas dos décadas, también ha logrado disminuir su tasa de pérdida desde el 2015.