NASA
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La Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA), la famosa agencia que llevó al hombre a la luna en 1969, está a la deriva en la Tierra en 2018.

En su segundo año sin un líder permanente, la NASA está tratando de retomar los vuelos espaciales tripulados por primera vez desde que el programa del transbordador espacial terminó en 2011.

Simultáneamente, enfrenta decisiones críticas sobre cómo terminar con el papel de Estados Unidos en la Estación Espacial Internacional. Y está el tema de los multimillonarios de la aeronavegación comercial que la sacarían del negocio por completo.

La administración de Trump ha nombrado dos veces al representante Jim Bridenstine, 42, un republicano de Oklahoma, al cargo de administrador de la NASA. Y dos veces, el Comité de Comercio, Ciencia y Transporte del Senado votó con un criterio partidista para enviar la nominación al pleno del Senado. Y allí ha languidecido.

Robert Lightfoot Jr., un veterano con 29 años en la agencia, se ha desempeñado como administrador interino desde enero de 2017, el período más largo que ha pasado la agencia bajo un líder interino.

"Los récords a veces son buenos", dijo Eric Stallmer, presidente de la Federación de Vuelos Espaciales Comerciales, una agrupación gremial. "Pero no esta vez". Bridenstine ha sido bloqueado por los 49 demócratas del Senado.

La delegación del Congreso de la Florida disfruta de una influencia enorme en la NASA debido a Cabo Cañaveral, y el senador Bill Nelson, quien voló en el transbordador espacial Columbia en 1986, no es admirador de Bridenstine. A su colega Marco Rubio, el senador del “estado del sol” y un republicano, tampoco le agrada Bridenstine. Con su colega republicano John McCain de Arizona ausente por un tratamiento contra el cáncer, la confirmación queda 50-49 en contra.

"Espero un proceso de confirmación rápido", dijo Lightfoot en un comunicado al personal de la NASA en enero. Funcionarios de la NASA declinaron formular comentarios.

Más allá de Lightfoot, la falta de decisiones en el Capitolio efectivamente deja el liderazgo de la NASA a Scott Pace, director ejecutivo del Consejo Nacional del Espacio, que Trump revivió el verano pasado.

El consejo ha asumido un papel directo en la supervisión de las prioridades de la NASA, incluida la directriz de 2017 de la administración de llevar nuevamente astronautas a la luna, pero no tiene las mismas atribuciones que tendría un administrador. Bridenstine ha asistido a ambas reuniones del Consejo Nacional del Espacio, en octubre y el mes pasado, pero solo como un observador.

Rubio ha argumentado que el puesto de la NASA no debería estar ocupado por un político, particularmente uno con una postura estridentemente partidista. "Es la única misión federal que ha estado en gran parte libre de política, y se encuentra en una coyuntura crítica en su historia", le dijo a Politico en septiembre.

Bridenstine, miembro del ultraconservador House Freedom Caucus, se ha ganado el rechazo demócrata por sus opiniones sobre el matrimonio gay y el derecho al aborto, así como declaraciones en que desestimó el cambio climático.

Bridenstine se negó a comentar sobre el proceso de confirmación. McCain, Rubio y sus portavoces no respondieron a llamadas o un correo electrónico solicitando comentarios.

La NASA está inmersa en reenfocar sus esfuerzos en los vuelos espaciales tripulados ante el llamado de Trump de regresar a la luna como un paso para llegar a Marte. Simultáneamente, el presidente ha propuesto finalizar el apoyo de EE.UU. a la Estación Espacial Internacional para 2025, mientras invierte US$150 millones en desarrollo privado de tecnología espacial comercial.

Poner fin al papel de la NASA en la estación ha despertado la consternación bipartidista en el Congreso.

Para algunos veteranos de la NASA, los planes de la agencia para llevar astronautas de nuevamente al espacio a través del programa de tripulación comercial representan un hito importante, que debe ser presidido por un liderazgo permanente, especialmente en caso de que algo salga mal. Bajo los planes actuales, Boeing Co. pondrá a dos astronautas de la NASA en órbita en noviembre, seguido de un vuelo similar tripulado por SpaceX de Elon Musk el mes siguiente.

El programa de tripulación ha tenido una enorme urgencia tanto para las administraciones de Obama y de Trump, ya que Washington quiere dejar de pagar a Rusia por el transporte desde y hacia la estación. Sin embargo, cuando van humanos en los cohetes, los riesgos no son pequeños.

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