Jeanine Áñez, presidenta interina de Bolivia. (Foto: Reuters)
Jeanine Áñez, presidenta interina de Bolivia. (Foto: Reuters)

La presidenta interina de Bolivia, Jeanine Áñez, tendrá el miércoles su primera prueba de fuego con la conformación del gabinete que acompañará su gestión transitoria enfocada en la convocatoria a nuevas elecciones, ante el rechazo de los legisladores del partido de Evo Morales que tildaron de ilegal su asunción y anticiparon una batalla legal y política.

La mandataria se encontraba reunida en su despacho con sus colaboradores para conformar su equipo mientras el país regresaba de a poco a la normalidad tras 20 días de protestas que derivaron en la renuncia de Morales y dejaron siete muertos y cientos de heridos, según la Fiscalía.

Desde México, adonde llegó asilado, Morales calificó en Twitter la asunción de Áñez como “una autoproclamación que atenta contra la constitución” y un “asalto al poder del pueblo”.

Tras asumir la presidencia del Senado, Áñez se autoproclamó presidenta siguiendo la sucesión constitucional y sostuvo que su objetivo es pacificar al país en una sesión relámpago en la que no hubo quórum y estaba ausente la bancada mayoritaria del Movimiento al Socialismo (MAS), el partido de Morales.

En La Paz la bancada del MAS estaba reunida. “Es una acción nefasta y ridícula. La elección de Áñez es un asalto al poder en complicidad con las fuerzas armadas y el Tribunal Constitucional”, dijo a The Associated Press el diputado Juan Cala.

Para el analista e investigador Iván Arias, el nuevo escenario es una oportunidad para que ese partido “se saque la costra que se enquistó y se convierta en una fuerza más democrática para mantenerse como una alternativa política”.

Pero Áñez recibió rápido respaldo internacional. "Esperamos con interés trabajar con ella mientras organizan elecciones libres y justas", afirmó el subsecretario de Estado de Estados Unidos para el Hemisferio Occidental, Michael Kozak.

Brasil, el principal socio comercial de Bolivia, felicitó la asunción “constitucional” de Áñez y agradeció “su determinación de trabajar por la pacificación de Bolivia y la pronta celebración de elecciones”, según un comunicado de la cancillería brasileña.

En tanto, el país regresaba de a poco a la normalidad. Los servicios públicos y el transporte volvieron a funcionar en La Paz, la capital política donde se centraron las protestas de los últimos días. Santa Cruz, el bastión opositor, levantó la huelga que mantuvo durante 20 días y el paro de los servicios médicos públicos también fue suspendido. Sin embargo, algunas carreteras permanecían cortadas.

“Elecciones libres y justas son el camino para salir de la crisis, pero estas condiciones no existen actualmente y crear estas condiciones será una tarea enorme por la polarización política”, dijo Fiona Mackie, directora para Latinoamérica de The Economist.

Morales renunció el domingo presionado por las protestas y tras perder apoyo de la policía y las fuerzas armadas.

El exmandatario, que estuvo 13 años y nueve meses en el poder, dimitió poco después de que una auditoría de la Organización de Estados Americanos (OEA) reportó irregularidades generalizadas en el conteo de votos de las elecciones presidenciales del 20 de octubre.

Morales fue el primer presidente indígena y el que más años gobernó Bolivia, pero los escándalos de corrupción en su gobierno, su afán de reelegirse desconociendo un referendo que había rechazado esa opción y los señalamientos de autoritarismo mermaron su popularidad a pesar de su buena gestión económica.