(Foto: Reuters)
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En los últimos cuatro meses, el presidente venezolano, Nicolás Maduro, ha intensificado las detenciones de altos ejecutivos de la industria petrolera en una purga audaz, con 65 individuos bajo custodia hasta el momento.

Sin embargo, el principal objetivo de Maduro permanece libre: Rafael Ramírez, embajador venezolano ante las Naciones Unidas. Los dos hombres han sido rivales acérrimos durante años, y el antagonismo se remonta a los días en los que el revolucionario Hugo Chávez estaba vivo y convirtió rápidamente a Venezuela en una economía socialista.

Por entonces, Ramírez era ministro de Energía, supervisando las mayores reservas de petróleo del mundo, mientras que Maduro pasó la mayor parte de esa etapa como ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela.

La gran mayoría de los ejecutivos encarcelados por las fuerzas de Maduro son considerados discípulos o aliados de Ramírez.

La opinión de los observadores venezolanos es que, tras haber sofocado con éxito la oposición política, Maduro está centrando su atención en los enemigos dentro del chavismo mientras se prepara para presentarse de nuevo como candidato a las elecciones del próximo año.

Esto llega en un momento delicado para el Gobierno y el gigante petrolero estatal Petróleos de Venezuela, que luchan por escapar a un impago tras años de una caída en la producción de crudo.

El resultado de esta lucha de poderes probablemente determinará qué tipo de compañía petrolera quedará para que los acreedores de bonos negocien.

El fiscal general de Venezuela, Tarek William Saab, anunció los arrestos más recientes el jueves: Nelson Martínez y Eulogio del Pino, que han alternado entre el liderazgo del ministerio de Petróleo y de Petróleos de Venezuela, conocida como PDVSA.

Los rumores de que Ramírez también estaba bajo custodia, o lo estaría de forma inminente, se habían disparado.

Reuters informó el miércoles que Venezuela ordenó su destitución del puesto en la ONU. Poco después, un periodista del Wall Street Journal tuiteó que Ramírez había negado que eso hubiera ocurrido.

Un reportero de Bloomberg News se comunicó el jueves con un asistente de Ramírez, quien dio la impresión de que éste aún era embajador y todavía residía, como hombre libre, en su residencia de Manhattan.

Un cargo del Ministerio de Información de Venezuela rehusó hacer comentarios sobre el estado actual de Ramírez, o si las autoridades habían emitido una orden de arresto.

Es el objetivo principal para la Administración de Maduro, dijo Diego Moya-Ocampos, analista de riesgo político de IHS Markit. "El país está al borde de un default formal, ya está en default técnico, y necesitan a alguien a quien culpar para enviar una señal a la población de que se ha hecho algo sobre la corrupción antes de las elecciones presidenciales".

’Mi deber de revolucionario’
Maduro es el jefe de Ramírez y simplemente puede destituirlo si así lo desea, pero tal medida conlleva muchos riesgos. En lugar de regresar a Caracas, Ramírez podría simplemente dirigirse a las fiscalías federales de Estados Unidos, como lo hicieron otros ex chavistas en los últimos años, para compartir detalles sobre 15 años de acuerdos comerciales oscuros que han suscitado sospechas en Estados Unidos.

En recientes tuits y artículos de opinión en un sitio web sobre políticas progubernamentales, Ramírez ha rechazado las críticas y las denuncias de que ha roto filas. "Exijo respeto. No puedo aceptar que se me descalifique o tilde de cualquier cosa, solo porque opino cumpliendo con mi deber de revolucionario", dijo. "Estoy en el ejercicio de mi lealtad a Chávez".

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