En pleno centro de Buenos Aires, esta mole arquitectónica, a menudo bulliciosa, tiene ahora un color más oscuro y por dentro luce como un laberinto en penumbra. (EFE)
En pleno centro de Buenos Aires, esta mole arquitectónica, a menudo bulliciosa, tiene ahora un color más oscuro y por dentro luce como un laberinto en penumbra. (EFE)

Las luces no funcionan en ninguna planta de la sede de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA), una de las más prestigiosas de y de la que depende una amplia red de y que atienden a decenas de miles de pacientes.

En pleno centro de , esta mole arquitectónica, a menudo bulliciosa, tiene ahora un color más oscuro y por dentro luce como un laberinto en penumbra.

Según la universidad, el motivo de esta apariencia -agravada durante las últimas dos semanas- es la política de austeridad que está acometiendo el Gobierno del ultraliberal Javier Milei, contra la que sindicatos, políticos y miembros de la sociedad civil se manifestarán este martes en una multitudinaria marcha.

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“La universidad está atravesando una situación presupuestaria crítica, tanto en el caso de estudiantes como en el de docentes. (…) En estas semanas, (el problema) se ha vuelto tan crítico que nos ha llevado a declarar la ‘emergencia presupuestaria y económica’”, asegura a EFE el director del Ciclo Básico Común y consejero superior de la UBA, Felipe Vega.

Según Vega, la crisis afecta también a los gastos de los seis hospitales universitarios de Buenos Aires, un grupo de centros que atienden a decenas de miles de pacientes y que son punteros en áreas como la odontología o la veterinaria.

“Hay niveles de parálisis muy grandes en lo que tiene que ver con la investigación y los laboratorios (…) escasea la compra de insumos, de reactivos o de equipamientos sanitarios”, asegura Vega.

En este marco, el alumnado de muchas facultades del país se acostumbró a recibir clases en las aceras o en las plazas.

Una situación que recuerda a la de las revueltas acontecidas a finales de la década de los 60, con epicentro en la lejana pero que resonaron en durante el denominado ‘Cordobazo’ de 1969, cuando estudiantes y obreros unieron sus fuerzas para debilitar a la dictadura militar de entonces (1966-1973).

El escenario es totalmente diferente ahora. Las posiciones de Milei sobre las universidades públicas -gratuitas, incluso para los extranjeros- son una gota más en la cascada de mensajes que el mandatario difunde en redes sociales.

El presidente y sus altavoces mediáticos no oficiales, a quienes Milei otorga visibilidad desde su perfil oficial en X, han extendido discursos contra los “zurdos adoctrinadores” de las universidades públicas.

En algunos casos, la “batalla cultural” por las universidades ha llegado a lo físico, con amenazas a combates de boxeo o a partidas de videojuegos entre el vicerrector de la UBA, Emiliano Yacobitti, y el portavoz presidencial, Manuel Adorni.

Más allá de bravuconadas, el descontento del alumnado con el Ejecutivo libertario se ha extendido a universidades privadas del país, como la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) o la Universidad Torcuato Di Tella, que también participarán en la marcha por la educación pública.

Pero la situación de alarma no se circunscribe a la capital argentina; en las universidades del norte y el sur del país, donde operan servicios especiales de transporte por las condiciones geográficas adversas, también se extiende el nerviosismo sobre qué pasará en los próximos meses.

Alumnos como Carla, que cursa tercero de Odontología en la UBA, no ven con malos ojos las políticas del presidente y creen que “faltó control a lo largo de estos años”.

Otros como Federico, en segundo año de Medicina, entienden las reivindicaciones, pero creen que los cortes de luz y las constantes interrupciones políticas durante las clases están perjudicando a su aprendizaje.

“Supongo que es lo que toca si queremos que la UBA siga adelante”, se resigna. La situación afecta incluso a extranjeros que cursan parte de sus estudios en Argentina.

Para Albert, español que cursa parte de sus estudios en la Universidad Nacional de San Martín (Unsam), la incertidumbre es “menor”, porque cree que “los argentinos suelen ponerse en el peor caso”.

“Es cierto que, desde las oficinas para alumnos extranjeros, nos han dicho que la UNSAM podría quedarse sin presupuestos en el corto plazo, pero lo que ya tenemos matriculado lo podríamos estudiar en otra facultad de la red”, explica.

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